Si te interesa contribuir a difundir la obra fotográfica de Tomás Montero Torres, ¡lo agradecemos desde ahora! Pero recuerda mencionar siempre al autor de las fotografías y el acervo a donde pertenecen.

Si lo que deseas es tener acceso a las imágenes para utilizarlas en un libro, un video u otro soporte, contáctanos.

También existe la posibilidad de que adquieras impresiones en papel de primera calidad libre de ácido, de las imágenes de tu preferencia, incluyendo un certificado de origen.

Category : Tomás Montero Torres

María Elena Rico Covarrubias

Katherine Dunham y Miguel Covarrubias

 

En l948, la bailarina Katherine Dunham fue invitada a México para presentar a su compañía de danzas primitivas del Caribe en el Palacio de Bellas Artes. Dunham era una famosa bailarina, coreógrafa y profesora afroamericana que en l940 fundó su propia escuela de danza negra con el espectáculo Topics and the Jazz Hot: From Haití to Harlem, que incluía todo tipo de danzas afroamericanas, desde el jazz hasta las danzas rituales primitivas. Tuvo tanto éxito en Bellas Artes que la compañía permaneció en México por más de dos meses.Un entrañable amigo de la Dunham era sin duda Miguel Covarrubias: Para Miguel la danza era mucho más que un simple arte de la interpretación. Cuando me reunía con él nunca dejó de relacionar a la danza con la espiritualidad, expresó en una entrevista Katherine Dunham a Adriana Williams, biógrafa del primero.

En efecto, Miguel Covarrubias, desde que llegó a Nueva York a los 19 años se convirtió de inmediato en un aclamado miembro de la élite artística e intelectual de Manhattan. Pero fue Harlem lo que lo cautivó. Descubrió el alma del barrio negro, la otra ciudad de Nueva York. Era frecuente encontrarlo sentado en la mesa de algún club nocturno de Harlem dibujando cientos de bosquejos de los bailarines y coristas, bosquejos que más tarde, muchos de ellos, se convertirían en pinturas maravillosas.

 

Miguel Covarrubias tenía la facultad de capturar en sus dibujos la ilusión del movimiento. Una de sus genialidades era poder visualizar con sus trazos la música y el baile de los afroamericanos de Harlem. La aportación de Covarrubias en el Renacimiento de Harlem fue una importantísima vivencia en su amplia carrera dedicada al fomento de las historias artísticas y culturales de diversos pueblos de color.

En una fotografía de la serie tomada por Tomás Montero Torres en un cóctel para la compañía de danza de Katherine Dunham durante su temporada en México, aparece Salvador Novo. En el periódico Novedades del 21 de septiembre de l950, cuando Miguel Covarrubias trajo a México a la compañía de José Limón, en su calidad de  jefe del Departamento de Danza de Bellas Artes, Novo escribió: Esta espléndida temporada de danza se la debemos a Covarrubias. Desde la primera noche, los amantes del ballet clásico dieron su aceptación a los bailarines descalzos y olvidaron el general rechazo a los movimientos acrobáticos de la danza moderna.

(*) Agradecemos la cálida participación de María Elena Rico Covarrubias, sobrina y titular de los derechos de las obras de Miguel Covarrubias, quien además es una destacada periodista de temas internacionales y amplios, en cuya trayectoria hay entrevistas a personalidades de la talla de Salvador Dalí.

¿Serán los genes?

FALTA GALERIA

Con tanto descubrimiento científico alrededor de la maravilla genética, sabemos que no sólo heredamos cuestiones físicas de nuestros ancestros sino habilidades, gustos, gestos, anhelos… Y ahora, sumada al proyecto de rescatar y dar a conocer el archivo fotográfico de Tomás Montero Torres, mi abuelo paterno, no sólo descubro una pedazo de nuestra historia como mexicana, sino mucha similitud en gustos míos con los de él… Una de mis pasiones es el cine, ¡me encanta, desde niña! Recuerdo pasar varias horas los domingos viendo películas de Pedro Infante, Jorge Negrete, Sara García y todas las que transmitían por televisión. Y encontrarme con fotos de estos personajes en el archivo fotográfico ha sido en verdad una grata sorpresa. Entonces mi imaginación voló… ¿Cómo habrá sido su relación con ellos para que lo dejaran tomar fotos tan cercanas? ¿Cómo serían estos personajes en la vida real? Antes los famosos no eran tan “famosos”… ¿Cómo serían?  ¿En qué momento de su vida profesional mi abuelo fotografió a Pedro Infante durante una sesión de grabación de sus canciones? ¿Qué opinión tendría de él después de verlo trabajar?

Pedro Infante era una persona que caía bien, según lo que cuentan. Proveniente de familia muy humilde, e hijo de un músico, seguramente de ahí le vino (hablando de genes) su amor y pasión por la música. No sé si su papá sería guapo o de donde sacaría su físico, pero en definitiva era un galanazo.

Su primer trabajo fue como mandadero a los 11 años, más tarde aprendió el oficio de carpintero y en 1932, teniendo 15 años, entró a formar aprte de la Orquesta La Rabia, luego de la Orquesta de Don Luis Ibarra y después fue líder en la Orquesta Estrella de Mazatlán, imponiéndose así su verdadera vocación.

En 1935 se casó con María Luisa León, a quien Pedro le debió el impulso de su carrera, pues él quería viajar a la capital para ingresar al Conservatorio Nacional de Música para convertirse en un gran violinista. Recién casado anduvo durante tres años cantando en restaurantes como músico ambulante, hasta que se presentó en la XEW y consiguió su primer contrato para cantar en la radio. Le pagaban $12.50 por cada programa (en el momento cumbre de su vida artística cobraba $5.000.00 por una presentación). En aquella época aprendió a leer y a escribir para poder trabajar en cine.

Las primeras grabaciones que realizó Pedro Infante fueron los boleros Guajirita y Te estoy queriendo en el sello de la Víctor, y El durazno y Soldado raso en Peerlees. Dejó impresas en este sello 322 canciones en 14 años en que fue su artista. Sus últimas grabaciones fueron Ni el dinero ni nada y Corazón apasionado. Cobraba entonces la suma de $15.000.00 por cada disco grabado.

Aunque ahora lo recordamos como un actor bastante reconocido en nuestro cine nacional, no le fue fácil entrar a este medio, ya que era tímido y según cuentan, torpe en sus movimientos. Aunque trabajó en algunas películas previas, fue hasta su actuación en Viva mi desgracia que se convirtió inmediatamente en gran estrella del cine. Participó en 45 películas, la última fue Escuela de Rateros. Cobraba $400.000.00 por cada película.

FALTA GALERIA

Fue nominado por la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas como mejor actor en 1947, con la película Cuando lloran los valientes, en 1948 por Los tres huastecos, en 1953 por Un rincón cerca del cielo. Finalmente logra el premio de mejor actor por su actuación en la película La vida no vale nada, el 15 de junio de 1956. Durante las grabaciones de películas se sabe que era bastante sencillo, amable con sus compañeros y bastante profesional.

Hizo una gran fortuna. Construyó una pequeña ciudad en la carretera a Toluca, la Ciudad Infante, en donde albergó un verdadero ejército de parientes. Su gran debilidad fue entonces aprender a volar, llegando a tener su propio avión en 1951 y en el cual casi perece en un accidente al año siguiente, cuando viajaba con Lupita Torrentera, uno de sus grandes amores. Llegó a tener para el año de 1957 una compañía de aviación compuesta por 12 aviones. Y no usaba dobles de acción en películas como la de A toda Máquina.

En el año 1953 inició la grabación de boleros con el respaldo del mariachi, iniciativa del compositor Rubén Fuentes. El primer bolero que grabó fue Ni por favor, creando el estilo del bolero ranchero, en el cual fue su máximo exponente, sin perder nunca su humildad. Luego siguieron Cien años, Te vengo a buscar, Llegaste tarde, Tu vida y mi vida, Mira nada más, Qué te pasa corazón, Los dos perdimos, Tienes que pagar, Nuestro amor, Presentimiento, Divino tormento, Si tú me quisieras, Que murmuren, Grito prisionero, Tu amor y mi amor, Tú que más quieres, Yo te quise, entre otras. En 1955 hizo su debut en la XEW, en el programa Así es mi tierra, realizando un total de 24 presentaciones, de 12 que había programado inicialmente. Hizo en esta época innumerables giras al interior y al exterior, alcanzando la imagen de ídolo en casi todos los países de habla hispana.

Tal vez en alguna de estas grabaciones fue donde mi abuelo, el reportero gráfico Tomás Montero Torres, lo fotografió. Por la secuencia de imágenes que encontramos debió estar con él y sus músicos todo el día. Hay una foto donde ya se le ve sin zapatos y sin saco, seguro ya estaban cansados y sin embargo sigue viéndose amable, confiable…

Su debilidad hacia el sexo femenino lo llevó a ser padre de unos 20 hijos, según contaba su madre. Además de Lupita Torrentera su gran amor fue Irma  Dorantes, con quien contrajo matrimonio, el que lamentablemente fue anulado dada la legalidad que existía aún del primero con María Luisa León. Cuando la Suprema Corte le falló la anulación de este matrimonio, Pedro tomó la determinación de viajar de Mérida a México, para negociar con María Luisa el divorcio. No consiguiendo cupo en las empresas aéreas, decidió viajar como copiloto en un avión carguero de la empresa TAMSA, de la cual era socio. Al alcanzar el avión el despegue, se fue a tierra y Pedro, El ídolo de Guamúchil (mote por el cual era conocido), pereció con varias personas más, el 15 de abril de 1957.

Su sepelio fue una manifestación imponente de duelo. Un gran número de mariachis le cantaron en su tumba Amorcito corazón, para despedirlo. Hasta la fecha, Pedro Infante vive en el corazón de miles de personas que continúan sintiendo con sus canciones un inmenso cariño hacia su recuerdo.

Luego de su muerte, en el Festival de Cine de Berlín ganó el Oso de Oro al mejor actor principal actuando en la película Tizoc. Ismael Rodríguez, uno de los más reconocidos directores de la Época de Oro del cine nacional, y quien tenía como favorito para sus películas a Pedro Infante,  fue quien recibió el premio en su nombre anunciando que “lamentablemente él no está aquí para recoger este premio debido a que murió en un accidente aéreo“, lo cual causó que el auditorio se pusiera de pie guardando un minuto de silencio en su honor.

Ahora cuando vuelvo a ver las películas de Pedro Infante ya no me gustan tanto, será porque en mi edad adulta encuentro mucho de “machismo” en sus personajes e historias, pero él definitivamente me sigue pareciendo un buen actor, y muy simpático.

Me produce orgullo que mi abuelo haya tenido una vida intensa profesional y que haya fotografiado no sólo a Pedro Infante sino a diveras figuras y tantos eventos culturales, sociales y políticos de mi país. Me apena no haberlo conocido, pero me da gusto encontrar similitudes como ésta. Por cierto, yo soy Claudia, una de sus 19 nietos (sólo conoció a 4).

Mirada auténtica

El rescate del Archivo Tomás Montero Torres implica traer a la luz, gracias a la magia digital, un verdadero tesoro de la iconográfica nacional. En sí mismo una iconología de la vida en nuestro México de mediados del siglo pasado, sus imágenes son verdadera poesía, pues nos revelan el mundo cotidiano de entonces con gran sencillez y economía de trazos. Estos fotogramas no fueron elaborados con una intención precisamente “artística”: son impresiones de alta calidad realizadas por un profesional del periodismo, a las que el paso del tiempo ha dotado del cariz estético con que el arte premia la constancia y la devoción. Es mucho lo que se puede escribir de la enorme (por calidad y por cantidad) obra de Montero. Cada serie nos remite a toda una época mediante una circunstancia determinada llena de referentes que se encadenan. Baste señalar que en ésta, de 22 impresiones durante la Noche de Muertos en Janitzio, su misticismo impregna el ambiente de cantos, humo de incienso y magia. El encanto de estas fotografías radica en que ninguna de ellas tiene esa intencionalidad folkloroide tan de moda en la actualidad y que permea a las imágenes de un preciosismo redundante. Su viveza sobrecogedora radica en la sinceridad abierta desde donde el fotógrafo capta a sus sujetos. Objetivos y visor son entonces una sola fuerza enmarcando estos cuadros que se eternizan.

“Velada”

Sepultura dura, amor integral,
pan de huesitos y azúcar morena.
Descalzas niñas, altares y cenas;
las velas que apaga un cruel vendaval…

Me arrojo a tus pies y recorro el erial.
Me dices “Adiós…” llorando de pena
entre flores y calabazas buenas,
cestas con dulces y muñecas; copal.

Ahora entrego de lleno a la muerte
el papel picado y los banderines.
Quizá la pobreza en otros confines

cubra con flores esta tierra inerte
y ofrenden entonces las almas ruines,
en el otro mundo, con mejor suerte.

(*) Es un enorme privilegio que este blog, dedicado a la vida y obra de Don Tomás Montero Torres, se enriquezca con la colaboración de Raúl Casamadrid, escritor-poeta, quien también un tiempo de su trayectoria profesional lo dedicó a la fotografía. Asentado actualmente en Michoacán, ha mostrado toda su vida su amor por las letras en diversos periódicos y suplementos, además de cultivar la narrativa y la delicada labor de los sonetos. Maravilloso ser humano, siempre es generoso con su talento y lo comparte con todo aquel que goce de la buena lectura… De corazón: ¡gracias Raúl!

Lola Flores y Estrellita Castro, agasajo entre amigos

Dentro de un sobre fechado en junio de 1952, una veintena de imágenes nos muestran a una joven Lola Flores en un agasajo entre amigos, en la Ciudad de México. Ella luce esplendorosa y muestra con desparpajo el duende gitano que un par de meses antes logró cautivar a vastos públicos en el Salón Capri, uno de los cabarets de moda en esos años, bajo el mando del empresario Carcho Peralta, entonando -entre otras-, una canción que daría nombre a una de las primeras películas que haría posteriormente en México: Pena, penita, pena, bajo la dirección de Miguel Morayta.

Se dice que es ya en esta época cuando el empresario comienza a llamarla Faraona, por sus rasgos un tanto egipcios, nombre que además de brindar motivo para otra de sus películas -en esta ocasión con el director René Cardona y donde interpretaría junto con Agustín Lara el famoso chotis Madrid– se le quedaría como el más famoso de sus apelativos.

(más…)

Más allá de la cuestión emotiva, el rescate del archivo del reportero gráfico Tomás Montero Torres ha representado un reto personal para cada miembro del equipo dedicado a esta labor.

Tareas específicas que requieren a su vez de conocimientos específicos y nada comunes: fotografía, estética, comunicación, diseño, computación, administración, contabilidad, derecho, archivística, relaciones públicas y hasta redacción, entre muchas otras, han hecho del trabajo un laberinto un tanto complicado.

En lo que a mí respecta, hoy quiero contarles acerca del estado de los negativos… Cuarenta años de polvo, guardas de material ácido y temperaturas variables, no pasan sin dejar huella. He aquí, por ejemplo, tres imágenes que se digitalizaron tal cual estaban después de tantos lustros.

Como se puede observar, de las tres actrices lo más claro era su nombre rotulado en el sobre de papel manila: Libertad Lamarque, Silvana Pampanini y Miroslava…

 

Con el ánimo de hacer las cosas muy bien, desde el principio nos dimos a la tarea de investigar, preguntar, tocar puertas y buscar respuestas a una infinidad de preguntas. ¿Cómo abordar el archivo…? ¿Cómo tratar los materiales fotográficos después de tanto tiempo de encierro…?

Tocamos dos puertas esenciales en México en lo que se refiere a la salvaguarda de Fondos Fotográficos, y en ambas recibimos con generosidad, apoyo e interés genuino. Quisiera agradecer con igual calidez a Juan Carlos Valdez Marín, Director del Sistema Nacional de Fototecas (SINAFO), y de la Fototeca Nacional a Mayra Mendoza Avilés, subdirectora; Sonia Del Ángel Covarrubias, Jefa del Departamento de Enlace; Rosángel Baños Bustos, Jefa del Departamento de Conservación; y las conservadoras Guadalupe Martínez Pérez y Vanessa Landois Vázquez. También, con igual efusividad, nuestro agradecimiento al área de Colecciones Fotográficas de la Fundación Cultural Televisa, por sus asesorías y por brindarme un periodo de aprendizaje y prácticas dentro de sus instalaciones. Gracias a Mauricio Maillé Iturbe y Fernanda Monterde, Director de Artes Visuales y Gerente de Artes Visuales, respectivamente; y de manera muy especial a Fernando Osorio Alarcón, Conservador de Colecciones Fotográficas, y a su gran equipo, conformado por Gonzalo Roa Reyes, Caroline Figueroa Fuentes, Gustavo Lozano San Juan, Eugenia Macías Guzmán y Natalia Estrada Hernández.

Su guía y enseñanza han significado, para mí y para el equipo del Archivo Tomás Montero Torres, un aprendizaje intensivo. Contamos con un panorama muy claro y tenemos argumentos para tomar decisiones con base en nuestras propias metas, tiempos y recursos. Ahora, a dos años de haber iniciado esta gran aventura, podemos decir literalmente que los resultados se notan.

Con el apoyo de la beca otorgada por el FONCA y un ánimo tenaz, hoy contamos con 72,850 negativos inventariados y clasificados temáticamente (cabe subrayar que hay otra cantidad significativa en espera, ya que carecían de información y están guardados en cajas o latas). Y, con base en el compromiso que hicimos con este proyecto, a la fecha tenemos limpios, en guardas nuevas de material libre de ácido y digitalizados, un total de cuatro mil negativos… De aquí a noviembre, en que concluye la vigencia del apoyo que nos otorga el Programa de Apoyo a Proyectos y Coinversiones Culturales, completaremos otro lote de mil.

Después de realizar paso a paso los procesos aprendidos en este tiempo, las imágenes muestran una notable mejoría en su calidad; aplicando los conocimientos y materiales adecuados, ¡la diferencia se nota!

 

 

Justicia por la Matanza en Tapachula

En el área de la investigación documental, las fotografías de Tomás Montero Torres representan un gran desafío al momento de encontrar datos específicos sobre los sucesos que llamaron su atención. Su gran diversidad de temas y la gran cobertura que realizó, hacen que buscar en la Historia el acontecimiento retratado sea parecido a encontrar una aguja en un pajar.

Seleccionado un tanto al azar, a fin de tener representatividad de una de las temáticas de mayor importancia en el acervo, la aviación civil, uno de los sobres de negativos solamente describía en su exterior “Aeropuerto Antiguo”. Sin embargo, además de tomas de aviones antiguos y del llano que después se transformaría en lo que hoy es el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, dentro de ese lote de 85 imágenes aparecieron varias del ex Presidente Manuel Ávila Camacho, acompañado de varios miembros de su gabinete, y otras que despertaron gran curiosidad, al registrar una protesta de envergadura en el Zócalo de la Ciudad de México, por una matanza acontecida en Tapachula, Chiapas.

Las únicas pistas con que contaba para encontrar el motivo de la exigencia de “Destitución de Poderes” estatales, eran los años de dicho periodo presidencial (1940-1946) y las propias fotografías que demandaban “Justicia por la Matanza en Tapachula”… ¿Qué suceso habrá ocurrido en esa ciudad chiapaneca para pedirle justicia al “Sr. Presidente”? ¿Por qué recurrir a la Ciudad de México en un problema de la lejana Tapachula? Fueron algunas preguntas que me planteé inicialmente para resolver tal misterio.

La búsqueda fue extenuante: visitas a la Hemeroteca Nacional, revisión de diferentes libros, entrevistas con varios profesores especialistas en el tema, búsqueda en Internet, entre otros recursos.

Con persevereancia y tiempo, la solución al enigma que despertó este grupo de seis imágenes, fue hallada…

De acuerdo con documentos de Luis Calderón Vega, periodista que destacó como cronista de los inicios del Partido Acción Nacional, y amigo de nuestro notable fotoperiodista, en Tapachula existían brotes de inconformidad con el gobierno estatal. Uno de los más severos tuvo lugar en las elecciones poco democráticas del 17 de noviembre de 1946. El pueblo salió a defender el voto el 31 del mismo mes, en esta ciudad chiapaneca, a favor del candidato Ernesto Córdoba, del Partido Cívico Tapachulteco. Sin embargo, el Gobierno, que había declarado ganador a Luis Guízar Oseguera, y a quien posteriormente culparía como autor intelectual de la tragedia, respondió con armas de fuego desde azoteas y ventanas. El saldo registró seis adultos muertos, además de dos niños, seis mujeres y treinta y nueve hombres heridos.

Así pues, la cercana relación con Calderón Vega y Acción Nacional, nos hace pensar que esta manifestación fue del completo interés de Montero Torres, debido a su simpatía por los ideales democráticos que enarbolaba el entonces partido de oposición.

Varias preguntas nos vienen a la mente con respecto a nuestro presente… ¿Existe aún la necesidad de manifestar problemas estatales en la capital del país? ¿Existe un total federalismo? ¿Existirán este tipo de represiones políticas en los diferentes estados de la República? A 64 años de ese trágico hecho, son algunas reflexiones que debemos tener presentes hoy en día.

(*) Víctor Flores González está por concluir la Licenciatura en Historia en la Universidad Iberoamericana, y actualmente presta su servicio social con actividades de investigación en el Proyecto de Rescate y Difusión del Archivo Tomás Montero Torres.

Gral Lazaro Cardenas

Dos iconos de México

Veo esta imagen captada por Tomás Montero Torres y no puedo dejar de pensar que estamos en el siglo XXI, viviendo un México muy distinto al de la última mitad del siglo XX. Las figuras que nos identificaban y marcaban rumbo se van diluyendo -si es que no han desaparecido del todo-, para dar paso a nuevos modos de ver la Vida, donde la velocidad de las nuevas tecnologías enfatiza lo efímero de muchos acontecimientos. ¿Qué se guarda en la memoria? ¿Qué conservamos para conmover a las generaciones por venir?

Uno de los lemas de Tata Lázaro, como se le decía cariñosamente al General en su estado natal, Michoacán, fue “México para los mexicanos”, que le sirvió de bandera para nacionalizar no sólo el petróleo sino los ferrocarriles, y de algún modo la enseñanza, que volvió pública, laica, gratuita y obligatoria. Una hazaña que fue posible, en parte, gracias a que nuestro vecino del norte estaba sumido en una guerra que le consumía sus energías, pero también porque, tras la Revolución, hoy centenaria, había un deseo genuino, profundo y de largo alcance por construir y definir a México, nuestro México. Un tiempo de nacionalismo que puede tener sus aristas, pero cuya pasión siento que hoy necesitamos. ¡Volver a enamorarnos de la Patria! Que sí, a veces parece que se cae a pedazos, pero que sigue teniendo una riqueza cultural y humana tan honda, que es cimiento idóneo de lo que aún debemos edificar.

Mexicana de Aviación, por ejemplo, ha sido a lo largo de la vida de muchos de nosotros la línea aérea de México, el emblema que nos ha distinguido en el cielo de muchas naciones. Considerada la más antigua de nuestro país, inicialmente fue fundada por tres estadounidenses – Lloyd A. Winship, Harry J. Lawson y Elmer C. Hammond – en julio de 1921, bajo el nombre de Compañía Mexicana de Transportación Aérea. En su historia se afirma que parte de sus acciones pertenecieron a Pan American Airways, otra aerolínea legendaria (que, por cierto, desapareció definitivamente en 1991), en cuyo periodo el mítico Charles A. Lindbergh comandó algunos de sus vuelos. Fue en 1968, curiosamente después de una bancarrota, que empresarios mexicanos comandados por Crescencio Ballesteros la rescataron y llegó a operar con éxito con capitales 100% nacionales. Este grupo la mantuvo hasta 1982, y de entonces a la fecha ha registrado un sube y baja en su economía, que vuelve a ponerla en la disyuntiva de reorganizarse y reiniciar como una compañía pequeña… o desaparecer. En los próximos días conoceremos las consecuencias de su más reciente resquebrajo financiero…

En un instante, dos iconos de México coincidieron y la lente de Montero Torres los eternizó… Por varios lustros ambos ondearon con distinción en el imaginario colectivo de nuestra identidad. Siento que hace tiempo que la figura de Lázaro Cárdenas del Río ya no preside con igual presteza nuestra escena política, y es un hecho que La Mexicana no tiene planes claros para emprender su vuelo… Hoy podríamos modificar el lema del General Cárdenas, y preguntarnos: ¿dónde están los mexicanos para apuntalar a México?

Tañir de campanas

Quien ha tenido oportunidad de viajar a lo largo del territorio veracruzano, sabe de la riqueza de sus contrastes, y con certeza tiene más de un lugar preferido… Hacia el sur, la región de Los Tuxtlas atrapa por su exuberante paisaje, pero también por la magia que envuelve a todo el que llega con los sentidos abiertos…

En San Andrés, una de las construcciones distintivas es la Catedral de San José y San Andrés, que con dos altas torres de estilo colonial sotaventino se yergue al centro del municipio. Se sabe que su construcción llevó cerca de 100 años, de mediados del siglo XIX a mediados del siglo XX.

Un dato que aportar por parte del archivo del fotorreportero Tomás Montero Torres: las campanas se fundieron en 1949, como lo registra la serie de imágenes que en esta ocasión compartimos. Oficio, tesón, fe, creatividad… ingredientes de trabajo previo para garantizar un claro tañir de campanas

Sirva esta memoria gráfica para tener presente la gran fortaleza de los habitantes de Veracruz, que con certeza saldrán avantes de los estragos que a su paso ha dejado por varios puntos sensibles del estado el huracán Karl

Desfiles alegóricos

Este 15 de septiembre Reforma, nuestra Avenida más hermosa y emblemática, acogió a miles de mexicanos y turistas para que presenciaran un desfile conmemorativo, efectuado en honor de los 200 años que cumplió el inicio de nuestra gesta de Independencia. Integrado por carros alegóricos, títeres de muy diversas técnicas y tamaños, figuras inflables, acróbatas, grupos indígenas y artistas populares, ha despertado los comentarios más heterogéneos en los medios de comunicación. En parte por el cuantioso monto de recursos que se destinó al suceso –y más en específico por la contratación de un australiano famoso, pero invisible en nuestro territorio– así como por el estado de contradicción que vive México. País milenario y de gran valía cultural y humana, ha transitado sus últimos lustros con una carga de males que retrasan su crecimiento y lastiman a su población más vulnerable, acrecentándose su gravedad en estos tiempos. Además, este verano del 2010 trajo consigo precipitaciones pluviales en el Norte y Sureste del País que rebasan por mucho los promedios históricos de los últimos 50 años, y el huracán Karl arrasó Veracruz después de un largo periodo sin presencia de estos meteoros en la región. El agua sin duda nos quiere comunicar algo, esperemos tener la sabiduría de escucharla y atender su llamado.

El carnaval patrio, por su parte, nos otorga un motivo para seguir compartiendo fotografías tomadas por el fotorreportero Tomás Montero Torres. En esta ocasión sobre desfiles de tres años distintos en la Ciudad de México.

El primero, sin datos que se conserven, permite deducir que fue un suceso predominantemente deportivo. Hay algunas Secretarias participantes, delegaciones de la Ciudad de México, una serie de tres carros de apariencia asiática y uno del Sindicato de la Universidad Nacional –aún no Autónoma– donde se ofrecen cuerpos atléticos -aunque las mujeres con faldas por debajo de la rodilla, mientras los hombres están con los torsos al desnudo- y varias demostraciones acrobáticas aparejadas al movimiento de la marcha. El segundo celebra la primavera de 1949 y muestra a un público entusiasta por algunas calles del Centro Histórico, las que rodean el Monumento a la Revolución y parte de Reforma, a la altura donde estaba El Caballito y hoy continúa el edificio de la Lotería Nacional. Hay participación de varios estados y delegaciones… Uno de los carros más alegres podría ser el de Xochimilco y su Grey de Tita Destaca el de Michoacán, con guapas mujeres purépechas y una recreación artesanal de su recién estrenado volcán, el Paricutín… Es clara una preocupación ecológica, no sólo por el carro de la Secretaria de Agricultura, que afirma que “México progresa a la sombra de sus bosques” e invita al clásico “Planta un árbol”, sino porque en alguna de las paredes se alcanza a ver un letrero de Petróleos Mexicanos invitando a cuidar los bosques y preferir “el consumo de combustibles minerales”… La intención de cuidar nuestra Naturaleza existía, pero había conocimientos diferentes a los actuales… Veracruz tiene presencia con una reina custodiada por tiburones…. El tercero retrata las celebraciones de primavera de abril de 1952… Aquí no está la interesante rotativa en movimiento que diseñó Juliana Faesler para la ocasión de este 2010, pero sí hay una espléndida y monumental cámara fotográfica,  Speed Graphic, con la que participó la Asociación de Fotógrafos de Prensa y Taurinos… Montero Torres era integrante de la misma, donde ocupó el cargo de Tesorero, de ahí que hizo varias tomas del carro alegórico y sus princesas y reinas… En su parte posterior hay un personaje que alude a la figura de los fotógrafos, y el logotipo de la Revista de América… Resulta interesante el carro de la Secretaría de Educación Pública, con mujeres en overol de mezclilla en clara alegoría a la intensa campaña nacional de construcción de escuelas que fue notable, y que tanta falta haría repetir en la actualidad… Desfile de contrastes: mojigangas, una representación del sacrificio azteca que demandaba el corazón de una virgen, una reproducción de las Cibeles… ¡y hasta un barco del bello Papaloapan!

Conclusión: no es la primera vez que Reforma y el Zócalo se destinan a desfiles y México sí tiene una tradición de creatividad y alegorías que, como en todos los campos, han evolucionado y nos ofrecen otros niveles de creatividad. ¡Que tengamos la capacidad de mostrar esa evolución y talento en todas las áreas, México lindo!

Un ídolo sin marcaje

Considerado como el máximo goleador mexicano de todos los tiempos, Horacio Cazarín (1918-2005) llegó a anotar 236 goles durante su participación en la Liga Mayor Amateur y la Primera División Profesional. Debutó en 1936, cuando tenía 17 años, en un partido contra España como parte del Club Necaxa, que era al parecer el más popular de aquellos años; cuentan que incluso llegó a ser ídolo de los aficionados a otros equipos.

Su primer partido con la Selección Mexicana se efectuó en 1937, en un encuentro contra la selección de Estados Unidos que se realizó en el llamado Parque Asturias. Durante los primeros 10 minutos los contrincantes colocaron el marcador 1-0, hasta que Horacio Cazarín se estrenó como goleador unos minutos después. El equipo mexicano reaccionó ante el estímulo y terminó goleando 7-2 al representativo norteamericano.

Cazarín sólo participó en una Copa del Mundo: Brasil 1950. Lo hizo con honor, ya que metió el gol que permitió que México no perdiera en blanco ante Suiza.

 

Yo sé poco de fútbol, pero si algo me gusta de esta serie de imágenes que sobre este ídolo hizo Tomás Montero Torres es su vestimenta sencilla y sin herrajes publicitarios. En la actualidad los jugadores parecen pancartas ambulantes, y ya no se sabe lo que los patrocinadores desean: que luzca más su destreza deportiva o los logotipos de sus atuendos…

 

Debido a su enorme popularidad, en 1944 Joaquín Pardavé lo invitó a participar en la cinta Los hijos de Don Venancio, y en la secuela Los nietos de Don Venancio. El éxito trascendió nuestras fronteras y también se impuso en España.

Tristemente, este ídolo del balompié mexicano padeció Alzheimer su última década de vida… Falleció en abril de 2005.