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Category : Festividades

Martha Patricia Montero

Semana Santa en Iramuco: reportaje gráfico

En el Municipio de Acámbaro, perteneciente al estado de Guanajuato, existe un poblado de nombre Iramuco en el que habitan poco más de 61 mil personas. Como en muchas otras poblaciones del país, sus habitantes celebran los días santos de la Semana Mayor con una representación de la Pasión de Cristo en la que participan activamente, ya sea interpretando algunos de los personajes  -cabe destacar que los principales están simbolizados en las propias figuras de bulto de la Iglesia- o como fieles que en la contemplación y la fe acompañan el acto.

En 1951 Tomás Montero Torres fue ahí con una misión: efectuar un reportaje gráfico de esta tradición. Captó cerca de un centenar de fotografías, una serie que hace palpable su destreza para contar historias visuales; porque era lo que más le gustaba según sus tarjetas de presentación, ser reportero gráfico. La época dorada de las revistas ilustradas de México quedó atrás, y ahora es raro ver conjuntos grandes de fotografías mostrando un hecho o contándolo por sí mismas, así que compartir la mayor parte de ese reportaje gráfico bien puede considerarse un lujo.

Salomé con la cabeza de Juan el Bautista
Salomé con la cabeza de Juan el Bautista

Narrar una historia exige destreza y conocimiento. Hacerlo visualmente, también. Tomás Montero perfeccionaba continuamente sus habilidades en el uso de sus cámaras, su relación con la luz, el oficio del cuarto oscuro… Pero -por lo que este extraordinario reportaje muestra- también acudía a los hechos con la información necesaria para adelantarse a los acontecimientos y capturar las imágenes precisas, para contar con fotografías de cada fase de la historia, para tener la certeza de poder reconstruir más adelante todo el hilo narrativo.

 

Buscando en este 2012 información sobre la Semana Santa en Iramuco -que continúa siendo la principal fiesta religiosa del lugar- es visible una mayor vistosidad en los recursos escenográficos y de vestuario, la presencia de hermosos arreglos florales e incluso la participación de personas en lugar de las figuras extraídas de la Iglesia en algunas de las escenificaciones… También hay cambios notorios en los espectadores, donde además de los residentes se mezclan visitantes y migrantes que retornan para estas fechas: predominan las miradas curiosas y han desaparecido las mujeres cubiertas con rebozos de fino hilado.

Dar marcha atrás en el reloj y ver los rostros participantes de ese 1951 registrado por Montero Torres a lo largo de varios días, es al mismo tiempo contemplar otro México, de una sencillez robusta y una introspección que ha ido revelándose con el tiempo…

 


Judas y las 30 monedas que dan paso franco a los soldados

Cambio de ropajes y su apresamiento

Al siguiente día lo llevan con Poncio Pilatos para que decida qué hacer, pero como es bien sabido él prefiere lavarse las manos…

Los soldados vuelven a llevárselo




Comienza el martirio de la cruz y las caídas, en este caso acompañado por niños ángeles

María Magdalena se acerca a él para refrescarlo y su imagen santa queda plasmada en el lienzo




En este peregrinar no va solo, le acompañan cientos de fieles…


No pueden faltar las imágenes de sus padres, que afligidos lo acompañan a lo largo del Via Crucis

El púlpito del sacerdote también es llevado en brazos por los fieles, para que a lo largo de la jornada les recuerde el significado de cada acto…



No existe nadie ajeno a esta Pasión celebrada en Iramuco, Guanajuato… La participación de todos es esencial para el fortalecimiento de la fe…

Ver desde la comodidad de este árbol, casi diseñado para ello…


Las mujeres de Iramuco, de esa mitad del siglo XX, tienen un papel principal. Una fuerza redentora que sin duda transmitían a sus familias… Mujeres niñas, mujeres penitentes, mujeres de rebozo, veladora y rezo…


Esta hermosa niña ángel cuida del Cristo y lo refresca

Muchos rostros de dolor se conduelen en esa empatía hacia el Cristo próximo a crucifixar

Entre los pobladores asistentes destaca el grupo responsable de acompañar con música La Pasión… Cabe destacar que aunque son “músicos de pueblo” eso no hace mella en su preparación: el director marca los compases con tiento y pequeños niños ayudan portando las partituras, de modo que cada músico pueda ejecutar su instrumento con maestría… Aquí, una vez más, el saber ver bien de Tomás Montero, y su acercamiento respetuoso al fotografiar, otorgando visibilidad y dignidad en el acto.



Llega el momento de la crucifixión, y aunque hay que poner una corona de espinas y clavar, las manos que lo hacen muestran la misma ternura que el rostro atento y generoso de quienes lo hacen…

¡Cuántos se requieren para clavar a un solo hombre en la cruz!





Seriedad, dolor, respeto… Sencillez en el recuerdo anual de La Pasión de Cristo…

 

 

En el Templo de San Jerónimo de Iramuco, Guanajuato, las ofrendas y los adornos que perpetuarán por unos días la intensidad y el sentido de la fiesta. Otro Cristo permanecerá en ella a lo largo del año, con la corona ya inserta a su figura doliente…

 

El poblado volverá a llenarse de quietud, y el árbol, retomada la tranquilidad de su sombra, seguirá creciendo bajo el sol…

La Virgen del Tepeyac

México tiene en su calendario fechas que son el contrapunto de la cotidianidad e incitan a la reflexión. Una destaca por su fuerte carga simbólica y espiritual: el 12 de diciembre de cada año, desde que en 1531, apenas diez años después de la Conquista de México por el entonces imperio español, una virgen morena se le apareciera en el Cerro del Tepeyac al indio Juan Diego y le hablara en su lengua nativa, la náhuatl. Algunos afirman que utilizó la palabra “coatlallope” -del “coatl” serpiente, la preposición “a” y “llope”, aplastar- “la que aplasta la serpiente”; aunque hay quienes afirman fue el vocablo “tlecuauhtlapcupeuh”, que significa: “la que precede de la región de la luz como el Águila de fuego”. Fuera uno u otro, a los oídos de los frailes españoles sonó como el extremeño “Guadalupe”, que fue finalmente el nombre que se le quedó.

480 años han transcurrido desde ese primer encuentro, entre una religiosidad encarnada en lo femenino, rural, noble, sencillo y esperanzador; y la raíz honda, indígena, subyugada y ardorosamente necesitada de cobijo, encarnada en lo masculino.

Si bien el fervor no ha perdido intensidad, sí se ha ido modificando en algunas manifestaciones, lo mismo que el entorno urbano en que se celebra. Tomás Montero Torres, fotorreportero ávido y febril en su trabajo no podía dejar de lado el registro de esta devoción guadalupana. En su archivo existen cientos de imágenes sobre las peregrinaciones anuales, con ópticas interesantes… Basten unas imágenes de ejemplo:

Dedicando flores a la Virgen, una pequeña nos absorbe en su mirada…
Dedicando flores a la Virgen, una pequeña nos absorbe en su mirada…

Además de su pasión por la fotografía, Tomás Montero Torres ejercía en paralelo otras disciplinas plásticas. Aquí incluimos una miniatura de su autoría, inspirada en el estandarte que utilizaron las fuerzas insurgentes en 1810. Lo realizo para un boletín promocional de Aeronaves de México en la década de los cincuenta.

Con materiales distintos al milagro que se plasmó en la burda trama del ayate, tosco textil hecho con fibras de maguey, pero con el mismo entramado de significados. Matrona milagrosa, morenita de México.

Mirada auténtica

El rescate del Archivo Tomás Montero Torres implica traer a la luz, gracias a la magia digital, un verdadero tesoro de la iconográfica nacional. En sí mismo una iconología de la vida en nuestro México de mediados del siglo pasado, sus imágenes son verdadera poesía, pues nos revelan el mundo cotidiano de entonces con gran sencillez y economía de trazos. Estos fotogramas no fueron elaborados con una intención precisamente “artística”: son impresiones de alta calidad realizadas por un profesional del periodismo, a las que el paso del tiempo ha dotado del cariz estético con que el arte premia la constancia y la devoción. Es mucho lo que se puede escribir de la enorme (por calidad y por cantidad) obra de Montero. Cada serie nos remite a toda una época mediante una circunstancia determinada llena de referentes que se encadenan. Baste señalar que en ésta, de 22 impresiones durante la Noche de Muertos en Janitzio, su misticismo impregna el ambiente de cantos, humo de incienso y magia. El encanto de estas fotografías radica en que ninguna de ellas tiene esa intencionalidad folkloroide tan de moda en la actualidad y que permea a las imágenes de un preciosismo redundante. Su viveza sobrecogedora radica en la sinceridad abierta desde donde el fotógrafo capta a sus sujetos. Objetivos y visor son entonces una sola fuerza enmarcando estos cuadros que se eternizan.

“Velada”

Sepultura dura, amor integral,
pan de huesitos y azúcar morena.
Descalzas niñas, altares y cenas;
las velas que apaga un cruel vendaval…

Me arrojo a tus pies y recorro el erial.
Me dices “Adiós…” llorando de pena
entre flores y calabazas buenas,
cestas con dulces y muñecas; copal.

Ahora entrego de lleno a la muerte
el papel picado y los banderines.
Quizá la pobreza en otros confines

cubra con flores esta tierra inerte
y ofrenden entonces las almas ruines,
en el otro mundo, con mejor suerte.

(*) Es un enorme privilegio que este blog, dedicado a la vida y obra de Don Tomás Montero Torres, se enriquezca con la colaboración de Raúl Casamadrid, escritor-poeta, quien también un tiempo de su trayectoria profesional lo dedicó a la fotografía. Asentado actualmente en Michoacán, ha mostrado toda su vida su amor por las letras en diversos periódicos y suplementos, además de cultivar la narrativa y la delicada labor de los sonetos. Maravilloso ser humano, siempre es generoso con su talento y lo comparte con todo aquel que goce de la buena lectura… De corazón: ¡gracias Raúl!