Un 13 de enero, pero de 1974, falleció en la Ciudad de México Don Salvador Novo, quien fuera miembro del grupo de Los Contemporáneos y miembro honorario de la Academia Mexicana de la Lengua.
Reconocido como un prolífico cronista e historiador, fue también un talentoso poeta, ensayista y dramaturgo. Como creador tuvo un impulso vital que se manifestó de múltiples maneras: con Xavier Villaurrutia fundó el teatro experimental Ulises y la revista Los Contemporáneos; más adelante participó activamente con Carlos Chávez en la conformación del Instituto Nacional de Bellas Artes, y hacia los años cuarenta, al elegir como lugar de vida el tradicional barrio de Coyoacán, abrió un pequeño teatro bajo el nombre de La Capilla.
Para recordarlo en esta fecha emblemática, compartimos algunas de las numerosas imágenes que de él se conservan en el Archivo Tomás Montero Torres, así como dos de sus exquisitos poemas… ¡Disfruten!
Este perfume intenso de tu carne no es nada más que el mundo que desplazan
y mueven los globos azules de tus ojos
y la tierra y los ríos azules de las venas que aprisionan tus brazos.
Hay todas las redondas naranjas en tu beso de angustia
sacrificado al borde de un huerto en que la vida se suspendió
por todos los siglos de la mía.
Qué remoto era el aire infinito que llenó nuestros pechos.
Te arranqué de la tierra por las raíces ebrias de tus manos
y te he bebido todo, !oh fruto perfecto y delicioso!
Ya siempre cuando el sol palpe mi carne
he de sentir el rudo contacto de la tuya
nacida de la frescura de una alba inesperada,
nutrida en la caricia de tus ríos claros y puros como tu abrazo,
vuelta dulce en el viento que en las tardes
viene de las montañas a tu aliento,
madurada en el sol de tus dieciocho años,
cálida para mí que la esperaba.
Hoy no lució la estrella de tus ojos.
Náufrago de mí mismo, húmedo del brazo de las ondas,
llego a la arena de tu cuerpo
en que mi propia voz nombra mi nombre,
en que todo es dorado y azul como un día nuevo
y como las espigas herméticas, perfectas y calladas.
En ti mi soledad se reconcilia
para pensar en ti. Toda ha mudado
el sereno calor de tus miradas
en fervorosa madurez mi vida.
Alga y espumas frágiles, mis besos
cifran el universo en tus pestañas
-playa de desnudez, tierra alcanzada
que devuelve en miradas tus estrellas.
¿A qué la flor perdida
que marchitó tu espera, que dispersó el destino?
Mi ofrenda es toda tuya en la simiente
que secaron los rayos de tus soles.
Una amistad sin sombras contrasta con las luces y sombras de la fotografía de Tomás Montero Torres (1913-1969), michoacano universal, que en esta breve muestra nos ofrece parte de su legado.
Un alto en el camino, y Manuel Gómez Morin continúa trabajando en su libreta de notas.
En un breve descanso de las intensas jornadas de campaña, Efraín González Luna saborea una suculenta comida campestre.
Efraín González Luna, en uno de sus muchos traslados durante la campaña presidencial de 1952.
Durante el cierre de campaña presidencial de 1952, con un discurso vehemente, impulsa a la ciudadanía.
Reunión de grandes amigos: Carlos Septién García, fundador de la revista La Nación, y Luis Calderón Vega, cronista e historiador del Partido Acción Nacional.
1942, el joven reportero Manuel Buendía, en los tiempos en que aprendió de Carlos Septién García el arte del periodismo.
Rosario Castellanos, en 1941, cuando comenzaba a darle a México la finura de su pluma desde la revista La Nación, junto a sus maestro Carlos Septién y Alejandro Avilés.
Un muy relajado Pedro Infante durante una de sus grabaciones en los Estudios Peerlees.
Aún bajando del avión, Pedro Armendáriz irradia esa simpatía que lo caracterizó.
Estas imágenes forman parte de la exposición “Tomás Montero Torres, una imagen de México…”, que se presentó del 9 al 18 de diciembre en la Librería Rosario Castellanos del Fondo de Cultura Económica, en el marco de la presentación de la serie de libros Una amistad sin sombras, que reúne el intercambio epistolar entre Manuel Gómez Morín y Efraín González Luna.
Aquí pueden ver algunas escenas del montaje y del día de la inauguración, donde, entre otros, estuvo presente el maestro Hugo Gutiérrez Vega:
(*) La selección y notas de esta exposición estuvieron a cargo de Gerardo Ceballos, Director del Centro de Estudios, Documentación e Información del Partido Acción Nacional (CEDISPAN).
El 21 de diciembre Alicia Alonso cumplió 90 años de vida plena, creativa y gozosa… Fue a los 9 años cuando se inició en el ballet y con certeza desde sus primeros croise devant, quatrieme devant, ecarte devant y otros pasos clásicos se enamoró por completo de esta expresividad que su cuerpo lograba, porque como bien dijo ella al recibir su más reciente reconocimiento en La Habana, el pasado 27 de diciembre, la actividad que la ha distinguido “es muy demandante, es muy egoísta: pide todo“.
Y sin duda, la maestra Alonso se lo ha dado todo a la danza. Desde que inició su actividad profesional, en 1938, su trayectoria es un sinónimo de entrega, tanto en los numerosos escenarios que la consagraron y que ella engalanó con su presencia, como en las múltiples generaciones de bailarines que han tenido la fortuna de recibir sus enseñanzas de manera directa y amorosa: “El momento más grande de la vida es cuando uno puede enseñar lo que ha aprendido”, exclamó emocionada al recibir el Premio Nacional de la Enseñanza Artística 2010, de parte de la Universidad de las Artes y el Centro Nacional de Escuelas de Arte de Cuba, y afirmó que “enseñar enriquece por dentro, no es trabajo, es vida misma la que estamos sintiendo y ofreciendo”.
Reconocida como prima ballerina assoluta, Alicia Alonso ha roto mitos desde su debut en el Metropolitan Opera House de Nueva York, al protagonizar con maestría a Giselle, trascendiendo la idea absurda de que sería imposible para una bailarina latina. También, al lograr con incansable perseverancia que este arte clásico sea parte de una tradición popular cubana, al hacerlo accesible, presente y excelso entre la población de la isla.
Multihomenajeada el 2010 por su 90 aniversario, no sólo en su tierra natal sino en Estados Unidos, Francia, España, Canadá y Gran Bretaña, abraza la Vida con anhelos y sigue alimentando su estatus de leyenda…
El sobre donde Tomás Montero Torres conservó estas imágenes de Alicia Alonso carece de fecha. Es probable que haya sido hacia finales de los años cuarenta, cuando con la pequeña compañía que formó con su nombre -y que con el tiempo se transformaría en el hoy Ballet Nacional de Cuba- hizo una gira por los países de Latinoamérica.
¡Que privilegio tener a Alicia Alonso posando para estas fotografías! Palpar con la mirada la fortaleza de su cuerpo, admirar a detalle la aparente fragilidad de cada postura, la extrema delicadeza de manos, rostro y cuerpo para acentuar una expresión… Fue un trabajo de pares, imagino, porque ella ya presentaba una enfermedad crónica de la vista que la obligaba a tener marcajes precisos de luz, objetos o colegas a su alrededor para poder desenvolverse con naturalidad en escena.
¡Que privilegio hoy, el nuestro, escapar al pasado con estas fotos y revivir la sólida y sorprendente juventud que aún mantiene en su espíritu Alicia Alonso!
Leticia Palma aparece con el escritor Celestino Gorostiza (derecha) y personaje no identificado, ca. 1954
Hoy, 23 de diciembre del 2010, Zoyla Gloria Ruiz Moscoso, mejor conocida por el nombre artístico de Leticia Palma, hubiera cumplido 84 años. La actriz de origen tabasqueño debutó en el cine mexicano, en un papel incidental de la cinta Yo bailé con Don Porfirio, a la que seguirían El hombre de la máscara de hierro y Escuela para casadas, hasta alcanzar el estrellato al protagonizar, bajo la dirección del español Miguel Morayta y del chihuahuense Roberto Gavaldón, cuatro cintas fundamentales en la historia del cinema nacional, derivadas de la notable pluma del joven escritor Luis Spota y que fueron filmadas entre 1949 y 1950.
La primera película que Leticia Palma realizaría bajo las órdenes de Morayta será Vagabunda (ver fragmento), filmada en el rumbo de Nonoalco y en la cual encarna a una cabaretera maltratada por el “Gato”, un hampón interpretado por el actor y cantante Antonio Badú, quien también será su pareja en Hipócrita, cinta que la catapultaría a la fama, más por su belleza que por sus dotes histriónicas, y en el que Badú le canta precisamente el célebre tema que da título a la historia (ver clip).
La tercera cinta de Morayta en la que Palma interviene es Camino al infierno, la truculenta historia de amor entre “Pedro Uribe”, un delincuente al que le amputan una mano (Pedro Armendáriz), y “Leticia” (Palma), cantante de cabaret que contrae lepra, y que sobresale por la secuencia final, en la que ambos personajes desesperados ascienden, por unas escaleras interiores, a lo alto del Ángel de la Independencia, donde son asesinados a tiros por la policía.
Bajo las órdenes de Roberto Gavaldón Leticia Palma realizará el papel más importante de su trayectoria, el de la ambiciosa Ada Romano en el film En la palma de tu mano, al lado de Arturo de Córdova como el adivinador “Karín”, con quien formará una de las parejas más emblemáticas de la llamada “Época de oro”.
Desafortunadamente la rutilante carrera de la estrella se eclipsó en el mejor momento por problemas con Jorge Negrete. Se dice que la actriz le propinó tremendo bofetón al “charro cantor”, en una acalorada discusión plagada de insultos. Otra versión afirma que fue el productor Óscar Brooks quien urdió un accidente junto a Negrete, cuando la actriz no satisfizo sus deseos. El caso es que considerándola un elemento “subversivo” en el medio, con la familia artística reunida:
“En el Teatro Iris, -lleno a toda su capacidad y en la asamblea más prolongada que registra la historia, de las once de la mañana a las doce y media de la noche- le dieron el sólido espaldarazo a Negrete al votar unánimemente para que Leticia Palma fuera expulsada de la ANDA”.[1]
Lo anterior evidencia la fuerza del líder sindical y el machismo imperante en la industria fílmica nacional, totalmente dominada por el sexo masculino.
Así, Leticia Palma vio truncada su vida profesional, en una filmografía que no llega a los 15 títulos. Permaneció ausente de los medios de comunicación hasta el año 2000, cuando Cristina Pacheco la entrevistó en su programa televisivo Conversando con, transmitido por el Canal 11 del IPN. Con la agudeza y empatía que la caracteriza, la escritora, editora y periodista le inspiró la confianza necesaria para que la otrora rutilante diva del cine mexicano contara al público pasajes desconocidos de su vida, y en particular hablara de su mayor pasión: la literatura.
Una actividad que no era reciente y que la Palma había cultivado desde su juventud -e incluso en sus tiempos de mayor fama- como devela el retrato que le hiciera el fotógrafo Tomás Montero Torres, en el que ésta aparece sosteniendo en sus manos un ejemplar de Muerte a pausas, libro de su autoría (publicado por Ediciones Tabasco en el año de 1954), acompañada del escritor Celestino Gorostiza.
La de autora literaria es una faceta poco conocida de Leticia Palma, que valdría la pena explorar con atención. La actriz falleció el 4 de diciembre del 2009 en la ciudad de Cuernavaca, Morelos.
[1] http://www.mexicodesconocido.com.mx/jorge-charro-cantor.html
(*) Elisa Lozano es especialista en cinefotógrafos, investigadora y curadora independiente. Colabora con ensayos y artículos para un sinfín de revistas y se distingue por prodigar una amistad cálida y generosa. Para el Archivo Tomás Montero Torres es un privilegio contar con su asesoría y colaboración.
En forma por demás inesperada, la mañana del viernes 19 de noviembre de este año Martha Patricia Montero me envío por correo electrónico siete retratos de Manuel Medel (1906-1997), de la autoría de su abuelo, Tomás Montero Torres. La primera fue captada en algún pasillo de un no identificado teatro y las seis restantes forman parte de una secuencia. El envío fue una grata sorpresa, ya que desde fines de marzo de 2009 le había solicitado este material gráfico, para incluirlo en mi blog Cómicos en México, dedicado a los actores cómicos y actrices cómicas que han actuado en nuestro país.
La imagen más antigua es la primera. Creo que Montero asistió a algún teatro para captarlo. “Conocí todos los teatros, menos el Blanquita”, me comentó el tragi-cómico muy ufano en 1983, cuando lo entrevisté para mi libro Cómicos de México (Panorama, 1987).
Ni conoció el Blanquita ni pisó alguna carpa, como se les mal llaman despectivamente a los teatro-salones ambulantes. Cada vez que le preguntaron sobre sus orígenes “carperos”, Medel se mostraba molesto y explicaba que él siempre fue un actor de teatro.
Calculo que la fotografía fue registrada hacia la segunda mitad de la década de los cuarenta, cuando ya se había separado profesionalmente de Mario Moreno Cantinflas, después de que esa macuerna cómica tuvo una exitosa temporada de 1936 a 1941 en el Follies Bergeres, el popular teatro de la plaza de Garibaldi.
Supongo que la secuencia fue captada en la casa del cómico (¿ya habrá vivido en la colonia Narvarte?) porque atrás de él se alcanza a ver una caricatura enmarcada. Los trazos corresponden a Medel como Pito Pérez, aquel vago, astroso y alcohólico michoacano que José Rubén Romero creó en su célebre novela La vida inútil de Pito Pérez (1938). El cómico protagonizó dos películas inspiradas en la obra de Romero: La vida inútil de Pito Pérez (1943) y Pito Pérez se va de bracero (1947), la primera dirigida por Miguel Contreras Torres y la segunda por Alfonso Patiño Gómez.
Las seis fotografías de Montero coinciden con unas reproducciones fotográficas que tengo en mi archivo fotográfico dedicado a los cómicos mexicanos. Lamentablemente ninguna de éstas tiene alguna información sobre el año en que fueron captadas para ubicar cronológica y precisamente la obra de Montero. En sus seis fotos Medel interpreta un ladrón empistolado. Este mismo personaje armado lo interpretó casi al comienzo de la película Qué hombre tan simpático (Fernando Soler, 1942), donde interpreta a Concordio Sánchez Feíto, un torpe asaltante que entra con una pistola al departamento del “sablista” Amable Concuera (interpretado por Soler). Es tan fina su labia para engatusar a la gente, que Corcuera que en unos minutos desarma a Medel, trata de vender su pistola. Al advertir lo tonto que es, lo convierte en su secretario.
Me faltan ver más fotografías del mundo del espectáculo captadas por Tomás Montero, pero estas de Manuel Medel me parecen memorables.
(*) En esta ocasión tenemos el honor de contar con una colaboración de Miguel Ángel Morales, prolífico pintor e incansable escritor y crítico de temas puntuales como la fotografía en México, la comicidad y los medios de comunicación. Además de su obra personal y libros, mantiene un conjunto de blogs que dan cuenta de su compromiso con la generación de conocimiento y debate, todos enlazados a http://miguelangelmoralex-comicos.blogspot.com/
¡Que prestancia muestra Martín Luis Guzmán en este retrato de Tomás Montero Torres!
Lector infatigable desde niño, le tocó ser observador y partícipe de cambios trascendentales en la vida de México: no sólo de un siglo a otro (nace en 1887 y fallece en 1976), de la vida porfiriana a los embates de la Revolución, de la conformación de un México institucional y pos-revolucionario a otro que se debatía entre seguir madurando o afrontar crisis económicas. Pionero del género que hoy se conoce como novela revolucionaria, con obras como El águila y la serpiente (1928), La sombra del caudillo (1929) y Las memorias de Pancho Villa (1938-1951), es considerado por el crítico Christopher Domínguez Michael “el artista de la acción y del retrato, el explorador de las dimensiones del espacio en México”.
Hoy que celebramos el centenario de nuestra Revolución es justo recordarlo por su singular aporte a la narrativa mexicana, y también porque desde su natal Chihuahua y a lo largo de sus estancias en Veracruz, la Ciudad de México, Estados Unidos o España, creyó en una nación con fortalezas y además de combatir al lado del General Pancho Villa lo hizo con su pluma en varios frentes: mexicano por nacimiento y convicción.
En l948, la bailarina Katherine Dunham fue invitada a México para presentar a su compañía de danzas primitivas del Caribe en el Palacio de Bellas Artes. Dunham era una famosa bailarina, coreógrafa y profesora afroamericana que en l940 fundó su propia escuela de danza negra con el espectáculo Topics and the Jazz Hot: From Haití to Harlem, que incluía todo tipo de danzas afroamericanas, desde el jazz hasta las danzas rituales primitivas. Tuvo tanto éxito en Bellas Artes que la compañía permaneció en México por más de dos meses.Un entrañable amigo de la Dunham era sin duda Miguel Covarrubias: Para Miguel la danza era mucho más que un simple arte de la interpretación. Cuando me reunía con él nunca dejó de relacionar a la danza con la espiritualidad, expresó en una entrevista Katherine Dunham a Adriana Williams, biógrafa del primero.
En efecto, Miguel Covarrubias, desde que llegó a Nueva York a los 19 años se convirtió de inmediato en un aclamado miembro de la élite artística e intelectual de Manhattan. Pero fue Harlem lo que lo cautivó. Descubrió el alma del barrio negro, la otra ciudad de Nueva York. Era frecuente encontrarlo sentado en la mesa de algún club nocturno de Harlem dibujando cientos de bosquejos de los bailarines y coristas, bosquejos que más tarde, muchos de ellos, se convertirían en pinturas maravillosas.
Miguel Covarrubias tenía la facultad de capturar en sus dibujos la ilusión del movimiento. Una de sus genialidades era poder visualizar con sus trazos la música y el baile de los afroamericanos de Harlem. La aportación de Covarrubias en el Renacimiento de Harlem fue una importantísima vivencia en su amplia carrera dedicada al fomento de las historias artísticas y culturales de diversos pueblos de color.
En una fotografía de la serie tomada por Tomás Montero Torres en un cóctel para la compañía de danza de Katherine Dunham durante su temporada en México, aparece Salvador Novo. En el periódico Novedades del 21 de septiembre de l950, cuando Miguel Covarrubias trajo a México a la compañía de José Limón, en su calidad de jefe del Departamento de Danza de Bellas Artes, Novo escribió: Esta espléndida temporada de danza se la debemos a Covarrubias. Desde la primera noche, los amantes del ballet clásico dieron su aceptación a los bailarines descalzos y olvidaron el general rechazo a los movimientos acrobáticos de la danza moderna.
(*) Agradecemos la cálida participación de María Elena Rico Covarrubias, sobrina y titular de los derechos de las obras de Miguel Covarrubias, quien además es una destacada periodista de temas internacionales y amplios, en cuya trayectoria hay entrevistas a personalidades de la talla de Salvador Dalí.
Más allá de la cuestión emotiva, el rescate del archivo del reportero gráfico Tomás Montero Torres ha representado un reto personal para cada miembro del equipo dedicado a esta labor.
Tareas específicas que requieren a su vez de conocimientos específicos y nada comunes: fotografía, estética, comunicación, diseño, computación, administración, contabilidad, derecho, archivística, relaciones públicas y hasta redacción, entre muchas otras, han hecho del trabajo un laberinto un tanto complicado.
En lo que a mí respecta, hoy quiero contarles acerca del estado de los negativos… Cuarenta años de polvo, guardas de material ácido y temperaturas variables, no pasan sin dejar huella. He aquí, por ejemplo, tres imágenes que se digitalizaron tal cual estaban después de tantos lustros.
Como se puede observar, de las tres actrices lo más claro era su nombre rotulado en el sobre de papel manila: Libertad Lamarque, Silvana Pampanini y Miroslava…
Con el ánimo de hacer las cosas muy bien, desde el principio nos dimos a la tarea de investigar, preguntar, tocar puertas y buscar respuestas a una infinidad de preguntas. ¿Cómo abordar el archivo…? ¿Cómo tratar los materiales fotográficos después de tanto tiempo de encierro…?
Tocamos dos puertas esenciales en México en lo que se refiere a la salvaguarda de Fondos Fotográficos, y en ambas recibimos con generosidad, apoyo e interés genuino. Quisiera agradecer con igual calidez a Juan Carlos Valdez Marín, Director del Sistema Nacional de Fototecas (SINAFO), y de la Fototeca Nacional a Mayra Mendoza Avilés, subdirectora; Sonia Del Ángel Covarrubias, Jefa del Departamento de Enlace; Rosángel Baños Bustos, Jefa del Departamento de Conservación; y las conservadoras Guadalupe Martínez Pérez y Vanessa Landois Vázquez. También, con igual efusividad, nuestro agradecimiento al área de Colecciones Fotográficas de la Fundación Cultural Televisa, por sus asesorías y por brindarme un periodo de aprendizaje y prácticas dentro de sus instalaciones. Gracias a Mauricio Maillé Iturbe y Fernanda Monterde, Director de Artes Visuales y Gerente de Artes Visuales, respectivamente; y de manera muy especial a Fernando Osorio Alarcón, Conservador de Colecciones Fotográficas, y a su gran equipo, conformado por Gonzalo Roa Reyes, Caroline Figueroa Fuentes, Gustavo Lozano San Juan, Eugenia Macías Guzmán y Natalia Estrada Hernández.
Su guía y enseñanza han significado, para mí y para el equipo del Archivo Tomás Montero Torres, un aprendizaje intensivo. Contamos con un panorama muy claro y tenemos argumentos para tomar decisiones con base en nuestras propias metas, tiempos y recursos. Ahora, a dos años de haber iniciado esta gran aventura, podemos decir literalmente que los resultados se notan.
Con el apoyo de la beca otorgada por el FONCA y un ánimo tenaz, hoy contamos con 72,850 negativos inventariados y clasificados temáticamente (cabe subrayar que hay otra cantidad significativa en espera, ya que carecían de información y están guardados en cajas o latas). Y, con base en el compromiso que hicimos con este proyecto, a la fecha tenemos limpios, en guardas nuevas de material libre de ácido y digitalizados, un total de cuatro mil negativos… De aquí a noviembre, en que concluye la vigencia del apoyo que nos otorga el Programa de Apoyo a Proyectos y Coinversiones Culturales, completaremos otro lote de mil.
Después de realizar paso a paso los procesos aprendidos en este tiempo, las imágenes muestran una notable mejoría en su calidad; aplicando los conocimientos y materiales adecuados, ¡la diferencia se nota!
Veo esta imagen captada por Tomás Montero Torres y no puedo dejar de pensar que estamos en el siglo XXI, viviendo un México muy distinto al de la última mitad del siglo XX. Las figuras que nos identificaban y marcaban rumbo se van diluyendo -si es que no han desaparecido del todo-, para dar paso a nuevos modos de ver la Vida, donde la velocidad de las nuevas tecnologías enfatiza lo efímero de muchos acontecimientos. ¿Qué se guarda en la memoria? ¿Qué conservamos para conmover a las generaciones por venir?
Uno de los lemas de Tata Lázaro, como se le decía cariñosamente al General en su estado natal, Michoacán, fue “México para los mexicanos”, que le sirvió de bandera para nacionalizar no sólo el petróleo sino los ferrocarriles, y de algún modo la enseñanza, que volvió pública, laica, gratuita y obligatoria. Una hazaña que fue posible, en parte, gracias a que nuestro vecino del norte estaba sumido en una guerra que le consumía sus energías, pero también porque, tras la Revolución, hoy centenaria, había un deseo genuino, profundo y de largo alcance por construir y definir a México, nuestro México. Un tiempo de nacionalismo que puede tener sus aristas, pero cuya pasión siento que hoy necesitamos. ¡Volver a enamorarnos de la Patria! Que sí, a veces parece que se cae a pedazos, pero que sigue teniendo una riqueza cultural y humana tan honda, que es cimiento idóneo de lo que aún debemos edificar.
Mexicana de Aviación, por ejemplo, ha sido a lo largo de la vida de muchos de nosotros la línea aérea de México, el emblema que nos ha distinguido en el cielo de muchas naciones. Considerada la más antigua de nuestro país, inicialmente fue fundada por tres estadounidenses – Lloyd A. Winship, Harry J. Lawson y Elmer C. Hammond – en julio de 1921, bajo el nombre de Compañía Mexicana de Transportación Aérea. En su historia se afirma que parte de sus acciones pertenecieron a Pan American Airways, otra aerolínea legendaria (que, por cierto, desapareció definitivamente en 1991), en cuyo periodo el mítico Charles A. Lindbergh comandó algunos de sus vuelos. Fue en 1968, curiosamente después de una bancarrota, que empresarios mexicanos comandados por Crescencio Ballesteros la rescataron y llegó a operar con éxito con capitales 100% nacionales. Este grupo la mantuvo hasta 1982, y de entonces a la fecha ha registrado un sube y baja en su economía, que vuelve a ponerla en la disyuntiva de reorganizarse y reiniciar como una compañía pequeña… o desaparecer. En los próximos días conoceremos las consecuencias de su más reciente resquebrajo financiero…
En un instante, dos iconos de México coincidieron y la lente de Montero Torres los eternizó… Por varios lustros ambos ondearon con distinción en el imaginario colectivo de nuestra identidad. Siento que hace tiempo que la figura de Lázaro Cárdenas del Río ya no preside con igual presteza nuestra escena política, y es un hecho que La Mexicana no tiene planes claros para emprender su vuelo… Hoy podríamos modificar el lema del General Cárdenas, y preguntarnos: ¿dónde están los mexicanos para apuntalar a México?
Este 15 de septiembre Reforma, nuestra Avenida más hermosa y emblemática, acogió a miles de mexicanos y turistas para que presenciaran un desfile conmemorativo, efectuado en honor de los 200 años que cumplió el inicio de nuestra gesta de Independencia. Integrado por carros alegóricos, títeres de muy diversas técnicas y tamaños, figuras inflables, acróbatas, grupos indígenas y artistas populares, ha despertado los comentarios más heterogéneos en los medios de comunicación. En parte por el cuantioso monto de recursos que se destinó al suceso –y más en específico por la contratación de un australiano famoso, pero invisible en nuestro territorio– así como por el estado de contradicción que vive México. País milenario y de gran valía cultural y humana, ha transitado sus últimos lustros con una carga de males que retrasan su crecimiento y lastiman a su población más vulnerable, acrecentándose su gravedad en estos tiempos. Además, este verano del 2010 trajo consigo precipitaciones pluviales en el Norte y Sureste del País que rebasan por mucho los promedios históricos de los últimos 50 años, y el huracán Karl arrasó Veracruz después de un largo periodo sin presencia de estos meteoros en la región. El agua sin duda nos quiere comunicar algo, esperemos tener la sabiduría de escucharla y atender su llamado.
El carnaval patrio, por su parte, nos otorga un motivo para seguir compartiendo fotografías tomadas por el fotorreportero Tomás Montero Torres. En esta ocasión sobre desfiles de tres años distintos en la Ciudad de México.
El primero, sin datos que se conserven, permite deducir que fue un suceso predominantemente deportivo. Hay algunas Secretarias participantes, delegaciones de la Ciudad de México, una serie de tres carros de apariencia asiática y uno del Sindicato de la Universidad Nacional –aún no Autónoma– donde se ofrecen cuerpos atléticos -aunque las mujeres con faldas por debajo de la rodilla, mientras los hombres están con los torsos al desnudo- y varias demostraciones acrobáticas aparejadas al movimiento de la marcha. El segundo celebra la primavera de 1949 y muestra a un público entusiasta por algunas calles del Centro Histórico, las que rodean el Monumento a la Revolución y parte de Reforma, a la altura donde estaba El Caballito y hoy continúa el edificio de la Lotería Nacional. Hay participación de varios estados y delegaciones… Uno de los carros más alegres podría ser el de Xochimilco y su Grey de Tita… Destaca el de Michoacán, con guapas mujeres purépechas y una recreación artesanal de su recién estrenado volcán, el Paricutín… Es clara una preocupación ecológica, no sólo por el carro de la Secretaria de Agricultura, que afirma que “México progresa a la sombra de sus bosques” e invita al clásico “Planta un árbol”, sino porque en alguna de las paredes se alcanza a ver un letrero de Petróleos Mexicanos invitando a cuidar los bosques y preferir “el consumo de combustibles minerales”… La intención de cuidar nuestra Naturaleza existía, pero había conocimientos diferentes a los actuales… Veracruz tiene presencia con una reina custodiada por tiburones…. El tercero retrata las celebraciones de primavera de abril de 1952… Aquí no está la interesante rotativa en movimiento que diseñó Juliana Faesler para la ocasión de este 2010, pero sí hay una espléndida y monumental cámara fotográfica, Speed Graphic, con la que participó la Asociación de Fotógrafos de Prensa y Taurinos… Montero Torres era integrante de la misma, donde ocupó el cargo de Tesorero, de ahí que hizo varias tomas del carro alegórico y sus princesas y reinas… En su parte posterior hay un personaje que alude a la figura de los fotógrafos, y el logotipo de la Revista de América… Resulta interesante el carro de la Secretaría de Educación Pública, con mujeres en overol de mezclilla en clara alegoría a la intensa campaña nacional de construcción de escuelas que fue notable, y que tanta falta haría repetir en la actualidad… Desfile de contrastes: mojigangas, una representación del sacrificio azteca que demandaba el corazón de una virgen, una reproducción de las Cibeles… ¡y hasta un barco del bello Papaloapan!
Conclusión: no es la primera vez que Reforma y el Zócalo se destinan a desfiles y México sí tiene una tradición de creatividad y alegorías que, como en todos los campos, han evolucionado y nos ofrecen otros niveles de creatividad. ¡Que tengamos la capacidad de mostrar esa evolución y talento en todas las áreas, México lindo!