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Paul Riquelme

Pedro Infante

Pedro Infante: la relevancia de unas imágenes

Hubo una época de oro en México, cuando se consideraba un país en donde las oportunidades llegaban solas, con poca competencia y con trabajo para todos; y en la que los que se aventuraban a ir más allá destacaban, consolidando sus nombres para las generaciones futuras. Pedro Infante y Don Tomás Montero fueron unos de ellos.

 

Esta serie de imágenes -captadas a Pedro Infante por Tomás Montero Torres– tienen una relevancia tremenda, porque nos describen más de lo que cualquiera pueda imaginar… Se trata de una secuencia fotográfica en los estudios “Peerless” de la avenida Mariano Escobedo #201 de la Ciudad de México, donde vemos a Pedro Infante vestido del personaje de la película “Nosotros los Pobres”, ni más ni menos que de “Pepe el Toro”, con una camiseta con bandas horizontales en color rojo y un lápiz en la oreja; en otras más lo vemos descalzo, ensayando con los músicos o recibiendo instrucciones del director de la compañía fonográfica, el señor Don Guillermo Knorhauser.

 

Pero para explicar sobre esta sesión en particular, tengo que darle un vistazo a cómo Pedro Infante llegó a grabar en dicha compañía.

Los orígenes

Pedro Infante se iniciaría como músico desde muy joven; su padre, Don Delfino Infante, era músico de profesión, por lo que a Pedro le tocaría acompañarlo en sus múltiples compromisos en una orquesta. Ya de adolescente y por ser un muchacho “coqueto” empieza a cantar para culminar sus “conquistas” a las muchachas de su localidad (Guamúchil, Sinaloa); de esta manera, el destino hará un camino a Pedro Infante para llegar a ser el artista más famoso de México y Latinoamérica.

Pedro Infante en los estudios “Peerless”

Después de una aventura hacia la capital de México, en compañía de su primera esposa María Luisa León, las oportunidades para él no se hicieron esperar: cantaría para la estación de radio XEB “El Buen Tono de la Radio” (que aún sigue transmitiéndose como la primer estación de radio vigente y más longeva de México); de ahí le darían trabajo como “Crooner” en centros nocturnos; después de algún tiempo, en 1942, realizará una prueba para grabar su primer disco en la compañía “RCA Víctor”, dos boleros llamados “Guajirita” y “Te estoy queriendo”, de los cuales se tenía planeado vender 300 copias, pero sólo se vendieron 100, lo que motivó a que fuera expulsado de la compañía “RCA”.

Un año después, a finales de octubre de 1943, Pedro Infante fue contratado para grabar en la compañía de discos “Peerless”. El director artístico era el señor Guillermo Knorhauser (de origen alemán), quien le ofreció grabar y firmar un contrato de exclusividad que duraría hasta la muerte de Pedro Infante, el 15 de abril de 1957.

Lunes 24 de marzo de 1947

Tomás Montero, reconocido fotoperiodista, se cita con Pedro Infante desde muy temprano en las instalaciones de la compañía “Peerless”, para una sesión de fotografías exclusivas. Es un magnífico día, el sol está en todo su esplendor –si ese día llueve entonces se tendrán que cancelar las grabaciones por el ruido que genera la lluvia, y que quedaría grabado en los discos de 78 rpm–. Pedro lo invita a pasar mientras Don Guillermo Knorhauser le entrega al artista las canciones que deben grabarse ese día. Pedro no conoce las melodías, pero su memoria es privilegiada, sólo repasa unos 10 o 15 minutos la letra y ya se la aprendió para toda la vida (alguna vez, en una gira por Perú, a Pedro le preguntaron si recordaba a las personas y sus nombres, sin dudar dijo que “sí”). Don Guillermo expresa lo que dirá siempre: “Trabajar con Pedro es un placer”, en tanto los músicos muestran haber ensayado tiempo atrás para el día de las sesiones; ahora sólo falta afinar y darle pequeños arreglos a las canciones para iniciar las grabaciones… Pedro ensaya otros 15 minutos con los músicos y Don Guillermo –que es el director artístico– indica qué debe cambiarse para una mejor interpretación. Por su parte, Tomás Montero no pierde ningún detalle de los sucesos, realiza tomas en todo momento: a Pedro cantando,  a Pedro hablando con Guillermo Knorhauser,  a Pedro ensayando con los músicos, a Pedro tocando el piano, a Pedro escuchando como van quedando las grabaciones, etc. Ya todos lo conocen bien, sólo bastan pocos ensayos y Pedro Infante es capaz de grabar sin jamás equivocarse.

Las melodías de ese día fueron éxitos

Ese lunes 24 de marzo de 1947 en los estudios “Peerless” resultó un día especial, a Tomás Montero le fue permitido tomar fotografías al artista mientras se grababan las canciones. En las bitácoras alguien anotó: “Hoy se tomaron fotos”. El ingeniero de sonido de esa sesión es el señor Ed. L. Baptista, quien se encuentra tras la cabina escuchando y ecualizando los sonidos (esta persona fundaría tiempo después su propia compañía de discos, “Musart”). El orden correcto de la grabación de las canciones fue así:

1.- “Mi cariñito”

2.- “Maldita sea mi suerte”

3.- “Mi consentida”

4.- “Me voy por ahí”

5.- “Ojitos morenos”

6.- “El aventurero”

7.- “Que gusto da”

8.- “La motivosa”

Algo curioso de esta sesión fue que la compañía “Peerles” perdió dos grabaciones de este día: “Que gusto da” y “La Motivosa”. De hecho, después de un tiempo nadie las recuerda, sólo permanecen escritas en las bitácoras poco legibles… Salen a la luz después de un trabajo arduo, de años de investigación que dieron fruto en los últimos tiempos, ya que se pudieron encontrar gracias a un coleccionista norteamericano que facilitó el material para su restauración.

La despedida

Ya son las 4:00 pm, por fin se termina de grabar. Pedro, contento y satisfecho, porta en su bolsillo el cheque que le dieron por la sesión, él así lo ha pedido… “A mi no me den eso de regalías, yo soy muy malo para las cuentas, mejor páguenme por mi trabajo”… Se pone su saco nuevamente y le dice a Tomás: “Por hoy se terminó, si quieres acompáñame al estacionamiento”…

 




Se dirigen a la parte trasera de los predios de la compañía “Peerless”, en donde tiene estacionado su Lincoln convertible del año en color negro. Se deja fotografiar nuevamente y Tomás Montero le realiza estupendas poses en su auto. El reloj de Pedro marca exactamente las 4:12 pm del  lunes. Finalmente, se despide con la mano de su amigo Tomás, no sin antes agradecerle el haberlo acompañado durante el día en una sesión agotadora de trabajo.

La última vez que Pedro Infante pisa los estudios “Peerless” es el día sábado 1 de diciembre de 1956, para grabar cuatro canciones.

El predio original donde se ubicaban los estudios fue vendido por sus antiguos dueños, hace más de una década, a una compañía constructora que los demolió para edificar departamentos. En cuanto a los archivos sonoros, fueron adquiridos en precio secreto por la compañía Warner Music de México.

(*) Paul Riquelme es abogado, investigador y admirador profundo de toda la vida del ídolo de Guamúchil. Está en la etapa final de la elaboración de un libro sobre Pedro Infante, donde dará a conocer anécdotas e información poco conocida del actor y cantante. En el Archivo Tomás Montero Torres agradecemos profundamente su entusiasta colaboración, para enriquecer con contenidos interesantes una parte de la cantidad de fotografías que en el acervo se conservan de esa memorable sesión de grabación.