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¿Dónde quedaron los años de baile y canto?

Martha Patricia Montero

 

En el “Correo de Espectáculos” del 14 de enero de 1919 se reseñaba el éxito de la Zarzuela “La Gallina Ciega”, protagonizada en el Teatro Principal de la Ciudad de México por la soprano María G. Gallardo, el tenor Mario Talavera, el barítono Felipe Liera, el bajo Luis G. Saldaña y Enriqueta Monjardín, todos ellos españoles. Era el auge de este género surgido en la Península Ibérica, donde a lo largo de la representación teatral se combinaban partes vocales con diálogos hablados.

 

Enriqueta Monjardín era una sevillana que inició su carrera en 1882 como tiple cómica; después se integró a una compañía dramática en calidad de dama joven, con la que llegaría a La Habana en 1889, para poco después embarcarse a México. María Tue era otra actriz proveniente de España, que hacía gala de sus talentos en las también llamadas Operetas, y que adquirieron su nombre más popular al presentarse por vez primera en El Palacio de la Zarzuela, en Madrid. Se sabe que a ambas las había recibido muy bien el público mexicano y se les consentía con flores y aplausos.

Pero para los años cuarenta la capital de México se convirtió en una afrenta para ellas. Lejos habían quedado las mieles de la juventud, así como los talentos histriónicos de sus años mozos. La soledad, la pobreza, la desesperanza, la fragilidad de sus cuerpos, habían obligado a María a pedir limosna fuera de los teatros en los que alguna vez actúo; mientras Enriqueta vendía pepitas a los feligreses tras escuchar misa. La vejez las había esperado sin más nada que sus propias manos para sostenerse…

Su última etapa de vida pudo ser como la de tantos adultos mayores, cuando contrastan la vida productiva, plena y entregada que lograron en sus mejores años, con la marginalidad a que los induce el olvido, el desgaste físico, la carencia de alternativas de calidad para seguir viviendo… Sin embargo, el destino, siempre tan azaroso, logró que una noche de 1941, en las afuera del Teatro Colón, Mario Moreno “Cantinflas” reconociera en aquella anciana mujer que le pedía ayuda, a una de las artistas que tanto contribuyeron al auge de las zarzuelas en México: María Tue, y a quien desinteresadamente -como todo lo que él hacía- comenzó a ayudar de forma inmediata. Poco después reconocería en la vendedora de pepitas a Enriqueta Monjardín, a quien por supuesto también apoyó para, literalmente, rescatarla de la miseria.

Mario Moreno, sensible al infortunio de sus colegas de profesión, vio en ello una oportunidad para emprender acciones que pudieran garantizar para todos los actores, al llegar a la vejez, otro panorama muy distinto al que ellas habían vivido, ante la falta de un sistema de seguridad social que las incluyera.

Desde el instante en que concibió la idea, emprendió esfuerzos para adquirir un predio y construir un sitio idóneo para la última etapa de vida de los miembros del gremio actoral, a partir de donativos en dinero o en especie. A esta noble labor se sumarían, entre otros, Jorge Mondragón, Jorge Negrete, Consuelo Guerrero y María Teresa Montoya.

Les tomaría tres años concretar la idea e inaugurar, con las dos primeras huéspedes que la motivaron, María y Enriqueta, la Casa del Actor en Tiziano 34, en el barrio de Mixcoac. Enfermeras, comedor, habitaciones cómodas y pulcras listas para acoger a actores y actrices por igual, contribuirían a la vez en reflexiones -cada vez más necesarias e importantes- sobre esa Tercera Edad a la que todos, de una u otra manera, nos encaminamos.

Hoy, 69 años después de que empezara a funcionar este asilo modelo para actores, la esperanza de vida de los mexicanos es, de acuerdo con el INEGI, de 78 años para las mujeres y de 73 para los hombres. Una vida longeva a la que debiéramos aspirar en condiciones óptimas de salud, lúcidos, valorados, en compañía de seres queridos…

Aunque se estima que en el 2040 uno de cada 4 mexicanos pertenecerá a la Tercera Edad, no sé si estemos lo suficientemente conscientes de lo que significa. En principio, que un número importante de nosotros formará parte de ese rango de edades (arriba de 60, ejem…), sino es que ya está en él. ¿Estamos haciendo lo suficiente para tener una vejez armoniosa? ¿Leemos para que el cerebro esté activo…? ¿Nos ejercitamos? ¿Cuidamos nuestra alimentación? ¿Cultivamos la amistad, procuramos las que ya existen? ¿Demostramos nuestro amor a aquellos que nos importan? ¿Celebramos la Vida…?

 

Veo a este primer grupo de actrices residentes en la Casa del Actor, retratadas por Tomás Montero Torres, y siento que aunque ya están a salvo del mundo exterior -de las carencias y la zozobra del día a día- hay un universo interno en cada una que las atrapa y vuelve melancólico su mirar. ¿Qué se guardan…? ¿Qué tan sinuoso fue su camino para llegar ahí, a ese instante de tiempo? ¿Qué les duele más allá de sus pies hinchados y la dificultad al caminar…?

La casa del actor

Cada persona es una historia y tendríamos que desentrañar varias para entender lo que guardaban y sentían sus corazones. A lo mejor al cerrar los ojos para adentrarse en el sueño y revivir, así, los años donde el baile y el canto eran la razón de ser y estar, una sonrisa luminosa les habitaba sus rostros…

14 Comentarios en “¿Dónde quedaron los años de baile y canto?”

  1. Mi madre era Cantante y a veces jugaba con la idea de “irse a la Casa del Actor”. A Dios gracias no fué necesario, pero le gustaba saber que podría estar allí. Es grato conocer de la generosidad de personas que,en su momento,no alardearon de ella. Mi madre refería que Jorge Negrete tuvo que ver también con la fundación de la Asociación Nacional de Actores. Saludos y gracias por compartir.

  2. Cuantas cosas tenían que suceder para que estas bellísimas y nostálgicas fotos fueran enmarcadas por tan hermoso relato, cuantas gentes tuvieron que ser generosas con tiempo y dinero para que esta hermosa sincronía pasara.. no sé pero lo agradezco de corazón, pues una extraña a todo esto hoy ha gozado, se ha empapado con tan bello aporte al espíritu humano. Gracias, gracias, gracias.

  3. Es increíble como las imágenes combinadas con el texto nos llevan a la época, como si lo estuviéramos viviendo en el mismo instante en que pasan las cosas.

  4. Las fotos son sensacionales! Sin embargo quisiera preguntar, ¿qué es de la Casa del Actor? ¿existe actualmente? ¿en qué condiciones?

    Saludos, Hugo

  5. La Casa del Actor es un asilo para todos aquellos actores que han cotizado en el sindicato de la ANDA, y estén en necesidad de vivir en un lugar así cuando envejecen. Sigue en al misma dirección…. Han ampliado la cantidad de habitaciones y además de las cuotas de la ANDA recibe otros apoyos para mantenerse…

  6. Un relato muy sentido en un estilo inmejorable; sólo faltó identificar al autor de las fotografías (como si hiciera falta, je je).
    Creo que nos queda a todos una gran lección y un aviso para el porvenir de cada quien, pero también es un llamado a nuestra solidaridad con los mayores.
    Y veo que la Casa del Actor ya tiene sus años y, ni modo, somos de la misma edad.

  7. No cabe duda que el Sr. Mario Moreno “Cantinflas” era congruente con su imagen un gran hombre solidario que supo unirse a otros personajes y hacer realidad su obra. Hermosas fotografías y relato , Felicidades..

  8. que bellas imágenes, gracias al Abuelo por captar estos instantes de esas vidas. Como siempre me gusta la forma y lo que escribes, y me gusto esta frase tuya: “¿Qué les duele más allá de sus pies hinchados y la dificultad al caminar…?” esas miradas…

    Gracias

  9. Me alegra ver este reportaje al que llegué por casualidad,en algún momento me ofrecieron laborar en La Casa de Actor, desafortunadamente no me fue posible, admiro la labor extraordinaria que llevan a cabo, sin olvidar que los actores están hechos de una madera especial ya que con su sensibilidad son capaces de transportarnos a otros mundos, por tanto la tención debe ser particular menteniendo sobretodo su dignidad. Felicitaciones a Maty y a Toño de Hud y por supuesto al autor de este valioso reportaje.

  10. Increible..! Que narrativa tan descriptiva tienen estas imagenes, y el manejo del claro-oscuro es bien logrado. Felicidades por compartir tan bellas obras.

  11. Estoy compartiendo estas bellísimas fotos con mi mamá. Mi abuela Maria Botello Merlofue enfermera entre 1948 y 1950 en La Casa del Actor.
    ¿Como podríamos ver más fotos?
    Mi abuelo, Antonio Mendoza Garrido fue técnico durante toda su vida.
    Queremos recopilar imágenes. Muchísimas gracias por este bello recuerdo y por todo lo que los actores y actrices nos han obsequiado con su talento.

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