El rescate del Archivo Tomás Montero Torres implica traer a la luz, gracias a la magia digital, un verdadero tesoro de la iconográfica nacional. En sí mismo una iconología de la vida en nuestro México de mediados del siglo pasado, sus imágenes son verdadera poesía, pues nos revelan el mundo cotidiano de entonces con gran sencillez y economía de trazos. Estos fotogramas no fueron elaborados con una intención precisamente “artística”: son impresiones de alta calidad realizadas por un profesional del periodismo, a las que el paso del tiempo ha dotado del cariz estético con que el arte premia la constancia y la devoción. Es mucho lo que se puede escribir de la enorme (por calidad y por cantidad) obra de Montero. Cada serie nos remite a toda una época mediante una circunstancia determinada llena de referentes que se encadenan. Baste señalar que en ésta, de 22 impresiones durante la Noche de Muertos en Janitzio, su misticismo impregna el ambiente de cantos, humo de incienso y magia. El encanto de estas fotografías radica en que ninguna de ellas tiene esa intencionalidad folkloroide tan de moda en la actualidad y que permea a las imágenes de un preciosismo redundante. Su viveza sobrecogedora radica en la sinceridad abierta desde donde el fotógrafo capta a sus sujetos. Objetivos y visor son entonces una sola fuerza enmarcando estos cuadros que se eternizan.
“Velada”
Sepultura dura, amor integral,
pan de huesitos y azúcar morena.
Descalzas niñas, altares y cenas;
las velas que apaga un cruel vendaval…
Me arrojo a tus pies y recorro el erial.
Me dices “Adiós…” llorando de pena
entre flores y calabazas buenas,
cestas con dulces y muñecas; copal.
Ahora entrego de lleno a la muerte
el papel picado y los banderines.
Quizá la pobreza en otros confines
cubra con flores esta tierra inerte
y ofrenden entonces las almas ruines,
en el otro mundo, con mejor suerte.
(*) Es un enorme privilegio que este blog, dedicado a la vida y obra de Don Tomás Montero Torres, se enriquezca con la colaboración de Raúl Casamadrid, escritor-poeta, quien también un tiempo de su trayectoria profesional lo dedicó a la fotografía. Asentado actualmente en Michoacán, ha mostrado toda su vida su amor por las letras en diversos periódicos y suplementos, además de cultivar la narrativa y la delicada labor de los sonetos. Maravilloso ser humano, siempre es generoso con su talento y lo comparte con todo aquel que goce de la buena lectura… De corazón: ¡gracias Raúl!
Raul,
Agradezco ver desde tu prespectiva esta serie de fotografias, representan para mi, una nueva optica.
Una pregunta: ¿Estos versos son de tu autoría?
Te quedo agradecido
Dice don Raúl Casamadrid que los “fotogramas” del maestro Tomás Montero “no fueron elaborados con una intención precisamente artística”, sino periodística. Pero, aún así -y el poeta estará de acuerdo a juzgar por el resto de su comentario-, hay una lección de estética en esta serie sobre Janitzio, presentada además con gran oportunidad, pues ya está cercano el Día de Muertos en México.
Oscar, para mí ha sido causa de una gran alegría “descubrir” las fotos del maestro Montero Torres. Su estética, desprovista de esa carga autoral que muchas veces aparece en demérito de la propia obra, no deja de fascinarme. El observar la belleza y naturalidad del pueblo y los ritos que el fotógrafo retrata mientras su propia presencia se confunde con la de sus modelos me impacta profundamente. Su técnica, exponiendo a baja velocidad para evitar el uso del flash, es magistral. Al mirar estas bellas imagenes surgió el soneto que acompaña la nota. Tiene razón don Antonio Aspiros. La técnica sobresaliente del maestro Torres Montero eleva su trabajo a la categoría artística. El presenta la realidad tal y como la encuentra, sin artificios.
que bellas fotos!!!