A los ocho años vendía periódicos, boleaba zapatos y cargaba los guantes de sus hermanos mayores. Sus padres llegaron de Guanajuato a la Ciudad de México, él nació en Héroes de Granaditas 119, en Tepito, un 28 de julio de 1934. Con pocas peleas de amateur llamó la atención lo suficiente como para ser seleccionado en 1950 durante los Juegos Centroamericanos y del Caribe, celebrados en Guatemala. En Argentina, durante los Panamericanos trajo medalla de bronce y fue a Helsinki, a las Olimpiadas, donde fue derrotado por el soviético Gennady Garbuzov, en una polémica decisión, en la que todo México consideró un robo para el Ratón. Cuando regresó a México, el aeropuerto estaba repleto de gente que lo fue a recibir como si se tratara de un medallista de oro. El apodo fue por su tamaño y velocidad para escapar de los gandallas y sus ataques, lo vio Pepe Hernández que era mánager en el gimnasio de los baños Gloria, donde le pusieron el apodo. “Parece un ratoncito y es bueno para no dejarse pegar”, decían. Lució en los guantes de oro en 1948; también ganó el campeonato del DF en peso mosca. Otra versión de su apodo narra que fue Adolfo “El Negro” Pérez, quien le dio el sobrenombre. “El Negro”, ex mánager de Vicente Saldívar y ayudante de Don Pancho Rosales, lo bautizó como “Ratón”, porque se pasaba por las piernas de los que hacían guantes. La versión del propio Macías, dice: “Había un peso completo que pesaba 120 kilos y yo tenía que saltar para pegarle. Era muy lento y me le metía por debajo de las piernas y le daba sus nalgadas. Mis mánagers decían, mírelo, si hasta parece un ratón.”
Ganó su primer campeonato el 17 de octubre de 1953, luego de vencer por puntos a Beto Couray por el título nacional mexicano de peso gallo. Royal Crown Cola, un refresco que venía a hacer competencia, tenía una promoción en la que usaba al Ratón: había botellas que tenían premio en la tapa, bajo el corcho algunas tenían la leyenda: “Ratón paga.” Llegó a ganar 100 mil pesos por combate.
Es febrero de 1959, estamos en la Arena México, el Ratón se ha impuesto después de diez rounds, a Ernesto Parra. El Ratón Macías toma el micrófono y anuncia su retiro. A la semana muere su madre, el pretexto por el que decidió retirarse de los encordados, ya que sufría de fuertes depresiones cada vez que su hijo subía al ring.
“Le prometí a mi jefecita que me iba a retirar para que estuviera tranquila y a la semana que anuncié el adiós, dejó de existir.”
Antes de que existiera la venta de boletos por teléfono o Internet, 1954, el Ratón vendió en sólo dos horas 55 mil boletos para su pelea contra Nate Brooks. Ese día llovió, como casi todos los días épicos, y México estrenaba campeón gallo de Norteamérica. En 1955 conquistó el título mundial gallo de la NBA, al noquear al tailandés Chamroen Sonkitrat, en el Crow Palace de San Francisco. Su regreso a la Ciudad de México provocó un tumulto en el aeropuerto, cientos de policías tuvieron que rescatar al ídolo de México, su vehículo fue escoltado por motociclistas hasta su casa en Héroes de Granaditas, invadida por alrededor de 10 mil fanáticos que gritaban su nombre y celebraban con baile, mariachi, Ron Potrero y Cerveza Caballito, patrocinadores del festejo.
Es apenas el tercer round. Billy Peackok vs El Ratón. Los radios de todo el país se encuentran encendidos y todos sintonizados en la misma frecuencia, las abuelitas han prendido veladoras a los pies de la Virgen de Guadalupe y se mantienen cerca de ellas, con las manos juntas, rezando para que Ratón salga de esta pelea con el puño arriba. Es 16 de junio de 1955. Peackok ha insistido con ganchos de izquierda sobre la mandíbula del mexicano. El hombre de raza negra se nota superior sobre el ring. Al Ratón le gusta bailar. No tiene otro vicio. Deporte, familia y baile. A las nueve de la noche ya está en casa, para levantarse a las cinco y entrenar. Sus lugares preferidos para bailar son el Fénix, Los Ángeles, El Chamberí, El Antillano y El Pabellón, a los que asiste un día por semana a cada uno, para ayudarse a mantener el peso. Un danzón está dedicado en su honor: “Este es el danzón que le gustó al Ratón”. Estamos en el tercer round, la quijada del Ratón ha sido masacrada con una zurda violenta que ya lo ha mandado a la lona y lo tiene contra las cuerdas. Tuvo una carrera corta, de sólo 40 peleas, se codeó con personajes como Pedro Infante, María Félix, Cantinflas y Agustín Lara. “Fue el único que estuvo cerca de mí el día en que me llevaron a la cárcel… Me trajo de comer”, cuenta el presidente del Consejo Mundial de Boxeo, José Sulaimán. Es el tercer round, ya ha caído el Ratón, se puso de pie y el referí limpió los guantes y le autorizó seguir. Falleció el 23 de marzo de 2009 víctima del cáncer de próstata. Su último adiós en la Basílica de Guadalupe, al igual que sus combates, fue atestiguado por miles de seguidores. Tras el retiro, el Ratón estudió actuación en la academia de Andrés Soler y protagonizó “El Ratón”.
Hizo otras cinco películas. También se dedicó a la política: fue diputado federal suplente. En 1966 ocupó varios puestos en el Comité Ejecutivo N
acional del PRI y fue secretario del Deporte en el DDF. La izquierda de Peackok ha conectado tres veces más. El ratón tira golpes rápidos abajo, tratando de bajarle la velocidad y fuerza a su rival que, agazapado en su guardia, espera el momento de atacar; cuando lo hace el Ratón cae con la mandíbula rota en tres pedazos. Cae y el referí cuenta mientras el ídolo yace en posición fetal. Le cuentan. Ese día perdió el invicto y México entero lloró.
A pesar del descalabro, unos diez mil seguidores fueron a recibirlo al aeropuerto. Macías apenas esbozó una sonrisa. “Todo se lo debo a mi mánager y a la Virgencita de Guadalupe.”
(*) Adrián Román es un poeta vigoroso, además de un cronista nato de los lugares recónditos y poco accesibles, tanto de la Ciudad de México como de otras geografías. Su prosa rítmica, atractiva y certera acompaña en esta ocasión a una serie de fotografías que Tomás Montero Torres le tomó a este vertiginoso boxeador, en 1954. En el Archivo Tomás Montero Torres nos sentimos muy honrados de contar con su colaboración, que nos contagia de energía y frescura.