Don Paulino Montero Pillé nació en Charo, Michoacán, y dedicó su vida a dar clases de música. Entre sus alumnos llegó a destacar por talento propio Miguel Bernal Jiménez, también michoacano de buena cepa. Pero de joven, muy joven, Don Paulino le echó el ojo a Mariana Plata y se la robó a caballo de una ranchería. Fueron una pareja de bien y felices, aunque el primogénito tardó algunos años en llegar y, cuando lo hizo, dejó tan débil a su mamá que ésta falleció a los 40 días… En ese todavía siglo XIX un viudo solo con un hijo recién parido era una verdadera tragedia… y conmovía. Así le ocurrió a Ángela Torres Ortiz, amiga muy cercana de la difunta y quien recién había ingresado de novicia al convento. Con el corazón estrujado, pidió permiso a la Madre Superiora para brindar un poco de ayuda, y esa decisión le cambió la vida, porque ya no llegó a ser “hermana” sino “madre”. A aquel primer hijo, de nombre Jesús, seguirían Raymundo Clemente, Ángela, Tomás, los gemelos Luis y Juan, Paulino y Manuel, a quienes Don Paulino vería tomar los más diversos caminos –desde un fotorreportero hasta un cura salesiano, pasando por otros oficios como el restaurantero–, con la tristeza de una segunda viudez y la alegría de conocer a un sinfín de nietos y hasta un par de bisnietas, la mayor de las cuales fui yo, ya que el bisabuelo falleció en la Ciudad de México a los 103 o 104 años (a esas edades se pierde un poco la cuenta).
Pero este breve escrito no aborda los vericuetos de lo familiar –aunque como en toda familia grande existen con amplio abanico de emociones– sino un aspecto de la relación cercana y afectuosa de dos de los hermanos: Raymundo y Tomás, porque en sus años de vida y trabajo confluyó siempre el amor a las raíces, a Michoacán, a lo propio de esa tierra que exuda sin recato tradición y orgullo.
El primero llegó a ser dueño de “El Rincón Tarasco”, lugar bohemio y de excelente comida que estuvo ubicado por varios lustros en la calle de Galeana, en pleno centro de Morelia, capital michoacana.
De los primeros sitios en provincia en ofrecer “variedad”, y al que acudían personalidades de distintos ámbitos, como el actor emérito Ignacio López Tarso; con la especialidad de las enchiladas tarascas, también conocidas como enchiladas placeras… ¡Ah, que ricas con su salsa de chile colorado! Rellenas de queso, con sus piezas de pollo dorado al lado y esa verdura sazonada y frita que tan peculiar sabor le da al paladar…
Adornadas sus paredes con fina artesanía de la región, en “El Rincón Tarasco” atendían jóvenes hermosas ataviadas a la usanza tradicional, y se ponían de manteles largos para servir en vajillas de hermosos diseños de barro de Capula a los comensales más exigentes… Cada detalle se cuidaba al máximo, y en este arte de anfitrión Raymundo le solicitó a su hermano Tomás –el fotógrafo y pintor de la familia– le hiciera un mural…
¡Con que jocoso ánimo tomaría Tomás Montero Torres aquel pedido! Se afanó por plasmar una “Boda Tarasca” con vivos colores y un estilo pleno de humor y alegría, donde incluyó un autorretrató: en uno de los extremos aparece como parte de los músicos, con su bigote inconfundible y tocando la tambora; e incluyó también a una sobrina, una de las cuatro hijas de Raymundo, Raquel, como la cantante.
Las bodas tarascas tienen sus orígenes en los tiempos precolombinos, y a pesar de sufrir modificaciones propias del transcurrir del tiempo, conservan buena parte de sus ritos: desde el primer día (porque los festejos duran varios), el tañer de las campanas es constante para recordar a todos el gran evento, y tras la ceremonia religiosa el cuetero y los músicos acompañan a los esposos, invitados y familiares a casa de los padrinos o tátispiri, interpretando diferentes pirekúas (canciones), animando a la alegría por tan significativo día…
“El Rincón Tarasco” fue emblemático por largos años… En 1979 falleció el tío Raymi y aunque su viuda y algunas de sus hijas continuaron con el negocio otros años, hay ausencias que trastocan todo y en los años ochenta finalmente el restaurante cerró.
Queda el lienzo del mural con la alegría congelada, y unas fotos que dan fe del cariño con que se puso y atendió en la aventura restaurantera.
Que lindo lugar!!,los colores del lienzo se me quedaron pegados en los ojos, pero la descripción de las enchiladas…
No puedo más que seguirlas felicitando por su trabajo, por ser constantes, por seguir teniendo esa chispa que ahora sé es de familia! Gracias! yo creo que ya es más de un año que me tienen siempre bién entretenida. Un abrazo a todas!
¡¡Hola!!!
Siempre reviso sus publicaciones, pero no siempre tengo tiempo de comentarlas… Me parece increíble el trabajo de restauración que están haciendo, las fotografías tienen una calidad maravillosa.
Estas me gustaron mucho, el trabajo en blanco y negro me encanta…
¡¡Felicidades!!!!!
interesante,por unos momentos en la velocidad de el 12 de marzo del 2012,llegue a la tranquilidad del rincon tarasco!!!
gracias
Qué lástima que ya no existe el restaurante. Me hubiera encantado disfrutar de unas deliciosas enchiladas tarascas en ese bello lugar!!! Me encanta ver que en todo momento el maestro Montero ( y al parecer toda la familia) buscaba aferrarse a los detalles que nos dan identidad como mexicanos, plasmándolos en toda sus obras.
Que cantidad de recuerdos!
La tía Raquel preparaba el pescado blanco al vino acompañado con una increíble gelatina de pepino y zanahoria rayados que eran un manjar al paladar de cualquier sibarita!
La cantidad de eventos que se llevaban a cabo en el rincón tarasco en los cuales participaban los artístas del momento.
Yo recuerdo muchas veces haber acompañado a mi hermana Silvia quien se encargaba de darle de hacer las compras para estos eventos en el afamado mercado de “San Juan”. Hasta la fecha está considerado un mercado gourmet.
Recuerdo muy bien (ya de unos 16 años) haberle ayudado a mi tía Raquel en la preparación de las cuentas de las diferentes mesas. ¡Ah que tiempos aquellos Dn. Simón!
Ni modo, con esa forma de describirlas, habré de volver a Pátzcuaro por unas enchiladas placeras.
Y me gustó mucho la descripción genealógica, género que frecuentemente practico pero sin el mismo éxito. Felicidades, Martha.
Ah, y sobre las fotos y el mural, qué decir. El maestro Montero fue gran artista. ¿dónde quedó ese mural?
bonito mural; buena historia personal y de familia artística, felicidades por contar con este legado y gracias por compartirlo=)
Orale no savia que mi hermosa familia fue tan inportante en muchos ramos de la cultura michoacana y me enogullese mi apellido
Me gustaria que publicaran algo sobre pasiano de jesus montero pille para conoser algo mas de la familia jeje Gracias …
Me causan muchos recuerdos este lugar q a pesar de q yo estaba super chiquita recuerdo esos pasillos, esas mesas con las sillas arriba ,los murales a media luz ;Cuando nos mandaban a mis primos ,hermanos y a mi por refrescos cuando de dia jugabamos a las escondidas ahi y cuando tocaban las marimbas los niños mas grandes para asustarnos a los mas chicos .gracias por recordar estos momentos y si puedes mandarme mas fotos gracias primas
Queridas sobrinas me han hecho revivir muchos años de mi vida. Quiero compartir con ustedes que mi mama Raquel Elias esposa de Raymundo fue una exelente chef ya que ella llego a preparar banquetes muy renombrados tanto para el gobieno de Zacatecas en tiempos del gobernador Minero Roque y en Morelia en tiempos del Gobernador David Franco Rodriguez.Chepina peralta se adjudico algunas de sus recetas ya q se las pidio a mi mama.
Hola! Gracias por las fotos y por poner un poco de la historia de la familia Montero. Yo soy unas de las nietas de Raymundo Clemente, mi abuelo, a quien conocí y quise mucho. Y ahora sé porque tenemos el arte de la pintura en la sangre, como mi tío abuelo Tomás, todo un artista; y mi abuelita Raquel, excelente chef, como dice mi tía Litito, de cariño así la llamamos. Yo soy Auxilio de la Paz Bucio Montero, hija de María Auxilio, la mayor de Raymundo Clemente.